martes, 3 de octubre de 2017

"Nobleza Baturra" (1935) Florian Rey



El éxito de "La hermana San Sulpicio" (1934) sitúa a Imperio Argentina, Florián Rey y Cifesa a la cabeza de la producción cinematográfica nacional, lo que da carta blanca a actriz y director para abordar su siguiente filme con una financiación a gran escala confiando en la respuesta del público y así es, ya que con "Nobleza baturra" vuelven a apuntarse un triunfo aún más importante que el anterior. Basada en una obra escénica de Joaquín Dicenta (hijo), que ya había conocido una anterior versión durante el período mudo, la historia abunda en los tópicos de la mocita difamada por una copla maledicente al estilo de "La Dolores". La producción está cuidada al máximo para una película de 1935, el realizador ofrece una cinta muy bien contada que saca todo el partido de los paisajes y costumbres aragoneses donde se rueda el filme y tanto gustaron en su momento, logrando una obra que suponía un paso adelante para nuestro cine. 




La película no se justifica sin la presencia de Imperio Argentina, cuya versatilidad y talento como actriz redime a la cinta de sus principales lastres. Dando cuenta de su profesionalidad, la actriz estuvo viviendo durante varios meses con la familia de su marido, aragonés de nacimiento, para coger el acento característico de la región. Imperio brinda una interpretación llena de naturalidad y contención, huyendo de manierismos descontrolados, demostrando una vez más un estilo interpretativo eminentemente cinematográfico. Su labor como cantante es igualmente exquisita, ya que los números que interpreta son una parte importante del éxito de la película. Joyas como "Bien se ve" o la jota de "La segadora y el carretero" fueron musicadas por el hermano de Florián, Rafael Martínez convirtiéndose al momento en títulos clave del repertorio de la artista gracias a su voz educada y limpísima, llena de una musicalidad deliciosa.




Arropando a la estrella un reparto coral que contaba con algunas de las figuras más populares del momento. El inevitable Miguel Ligero en el papel del simpático Perico, sobre el que descansa toda la parte cómica de la película, con chistes típicos del folklore maño que se hicieron inmensamente populares. Juan de Orduña, en uno de sus últimos papeles como actor antes de pasarse a la dirección, es el galán de la película, antagonista del personaje de Manuel Luna, que interpreta al malo del asunto, el rival que por celos provoca el drama de la historia que da lugar a la copla que pretende poner en entredicho la honra de la protagonista. Juan Espantaleón en el papel del padre Juanico, Pepe Calle, Pilar Muñoz, Carmen de Lucio y Blanquita Pozas, completan el afortunado elenco de esta cinta.




En cuanto a la dirección Florián Rey da muestras de una soltura cada vez mayor, superando los escoyos técnicos del primitivo sistema de sonido, dotando al filme de una plástica y continuidad excelentes, ofreciendo una pequeña joya costumbrista llena de encanto. Sorprendieron especialmente los planos con que se abre la película que, como señala el escritor Terenci Moix en su libro "Suspiros de España", hicieron exclamar al crítico de Cinegramas "¿Murnau? ¿King Vidor? Sencillamente... Florián Rey". El filme sin embargo se resiente de su componente ideológico, la parte que peor ha envejecido y el excesivo y obligado papel de la iglesia como mediador en la resolución del asunto, lo que hace que diversos críticos hayan etiquetado a este título como una de las producciones más reaccionarias de Cifesa. Estas consideraciones no empañan la calidad de la cinta y probablemente no se encontraban entre las principales inquietudes de su realizador, más interesado en mostrar la vida y costumbres aragonesas, no exentas, eso sí, de cierto tipismo y caricatura.




Siguiendo una tendencia bastante frecuente en el cine español a lo largo de su historia, treinta años más tarde el propio Orduña, galán de la película, realizó una nueva versión del asunto con Iran Eory, Vicente Parra y José Moreno en los principales papeles. Además de seguir casi a pie juntillas la planificación del filme de Florián, pero sin su brillantez y encanto, la película fue rodada completamente fuera de tiempo, ya que la España de 1964 poco tenía que ver con la época en que fue estrenado el filme original y el tema planteado quedaba aún más trasnochado y fuera de contexto que en los años 30.

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