domingo, 15 de octubre de 2017

Imperio Argentina... Italia y España (4ª parte)



Tras su sonada y difícil separación de Florián Rey parte a Italia desde Alemania prácticamente con lo puesto, para intervenir en el que sería uno de sus títulos más ambiciosos, una versión de "Tosca" (1940) dirigida por Jean Renoir. Sin embargo para decepción de la artista, Renoir abandona el proyecto a los pocos días ante la inminente entrada de Italia en la guerra como aliada del régimen nazi, marchando a Francia con su ayudante un joven y prometedor Luchino Visconti. La película quedaría en manos del alemán Carl Koch, infinitamente menos interesante, pero que lograría una buena reconstrucción histórica rodando gran parte del material en las calles, iglesias y castillos de Roma, lo que da a la cinta una ambientación monumental y clásica que va muy bien a la historia. Imperio cumplió como actriz y estuvo exquisita como cantante entonando con su buen gusto habitual la cavatina de Paisiello "Caro mio ben", dejando el compromiso de las inmortales arias de Puccini a la soprano Mafalda Favero que interpreta el célebre "Vissi d´arte" durante los títulos de crédito del filme. Sus compañeros de reparto fueron un jovencísimo y casi irreconocible Rossano Brazzi como Mario Cavaradossi y el gran actor francés Michel Simon en el papel del tiránico y odioso Barón Scarpia, gobernador de la ciudad de Roma.




En 1942 regresa a España para participar en uno de los proyectos más caros filmados hasta entonces por nuestra cinematográfica y que a la postre se convertiría en el último título importante de su época dorada, el filme "Goyescas" (1942) versión libre de la ópera de Granados dirigido por Benito Perojo. Ambientada en el Madrid de Goya, reproducido con gran lujo de detalles en los estudios Chamartín e inspirad0 en gran parte en los cuadros del pintor aragonés, algunos de los cuales serían literalmente retratados en la película, "Goyescas" se convertiría en un gran éxito gracias a la competente dirección de Perojo, que lograría una entretenida historia donde Imperio se luce a sus anchas en el doble papel de la aristocrática Condesa de Gualda y la tonadillera Petrilla, dos mujeres enfrentadas por la pasión y los celos. La actriz realiza un auténtico "tour de force" interpretativo, dotando de distintos matices a ambos personajes tanto en la parte declamada como en la musical, convirtiéndose en maja de redecilla y tonadilla cuando aparece como Petrilla abriendo la película con un inolvidable "¡Olé Catapúm!" o entonando con depurada técnica y frágil lirismo el aria "La maja y el ruiseñor" en el papel de la señorona Duquesa vestida de rasos y peluca empolvada. Fue muy alabado el esfuerzo técnico del realizador, inusual para la época, que lograba unir a ambas "Imperios" frente a frente en diferentes escenas de la película. La estrella contó con dos galanes en la historia, uno para cada uno de sus personajes, el sólido Rafael Rivelles, con quién la artista vivía por entonces una apasionada relación y un joven y casi debutante Armando Calvo, a punto de convertirse en uno de los actores más importantes de aquellos años gracias a títulos como "El escándalo" (1943) de José Luis Sáenz de Heredia o la epopeya militar "Los últimos de Filipinas" (1945) dirigida por Antonio Román. La película fue presentada con gran éxito en la Biennale veneciana obteniendo un premio en dicho certamen, lo que permitió que fuese estrenada en todo el mundo, restituyendo parte del prestigio obtenido por la artista antes de la guerra civil, empezando a forjarse el mito.




Tras el rodaje de "Goyescas" la actriz rompe su relación con Rafael Rivelles, oculta a los ojos de la pacata sociedad de entonces para la que sería piedra de escándalo al no estar casados e inicio un idilio con el poeta Joaquín Goyanes fruto del cual nacería su segunda hija, Alejandra.




Tras el éxito de su anterior película Imperio se embarca en un interesante y sin embargo fallido proyecto. "Bambú" (1945) tenía todos los ingredientes para convertirse en un nuevo éxito en su carrera, la presencia de la artista plena de facultades aún, la dirección de José Luis Sáenz de Heredia, uno de los más importantes y respetados realizadores de la época y la música de Ernesto Halffter discípulo de Manuel de Falla y único compositor considerado heredero de su talento. Sin embargo ninguna de estas ventajas salvaron a esta historia ambientada en la Cuba colonial del aburrimiento y el fiasco comercial. Parece ser que la estrella no se entendió bien con Saenz de Heredia, lo que hizo que no se metiese de lleno en la piel de un personaje que de entrada presentaba sus dificultades, ya que interpretaba a una indígena adolescente cuando contaba con treinta y cinco años de edad, la diferencia se hacia aún más acuciante frente a la insolente juventud de la otra damita de la función una rubia y bellísima Sarita Montiel de 17 años. Aún así la película ha quedado como una cinta de curiosa revisión donde la voz de Imperio brilla en todo su esplendor al ritmo de las cadenciosas melodías de Halffter, apuntando lo que podía haber sido y no fue de haberse abordado el proyecto de un modo distinto.




Decepcionada con este fracaso y las oportunidades que recibía de un cine español otrora glorioso para ella, la estrella decide regresar a Argentina con vistas a realizar una serie de recitales en su país natal y continuar con su carrera en tierras americanas... (continuará)

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