domingo, 8 de octubre de 2017

Curiosidades y rareza... Lolita Sevilla y Luis Mariano en francés



A finales de los años cuarenta del siglo XX el cine español comienza a realizar sus primeras coproducciones, primero con México y Argentina y después con Francia principalmente, marcando una tímida apertura al bloqueo al que Europa y el resto del mundo había había sometido al régimen franquista por su apoyo al ideario político de Hitler durante la segunda guerra mundial. Tras la victoria aliada a mediados de los años cuarenta los ministros franquistas se encontraron con la necesidad de dar un giro ideológico de cara al exterior con el fin de no encontrarse completamente aislados. El cine fue uno de los medios usados como símbolo de esa apertura hacia nuevos mercados, firmándose los primeros contratos con figuras latinas como María Félix y Jorge Negrete, que fueron algunas de las primeras estrellas de otras cinematografías en rodar dentro de nuestro país. En Europa se hacía inevitable que las primeras colaboraciones se realizaran con Portugal y Francia, por su cercanía geográfica. En este sentido las primeras producciones importantes con una repercusión más allá de nuestras fronteras serían los filmes rodados en nuestro país por el tenor irunés Luis Mariano, exiliado en el Francia donde se había convertido un auténtico ídolo especialmente a través de sus operetas escénicas que le abrieron las puertas del cine galo. A partir de "El sueño de Andalucía" (1950) de Luis Lucia, esa popularidad se hizo extensiva a nuestro país donde ocupó un lugar único dentro del cine musical español, especialmente gracias a los tres títulos que rodó junto a Carmen Sevilla como pareja artística. En todos estos títulos y otros similares que llegarían después, se estableció un curioso régimen de producción en el cual se rodaba una versión española con elenco y director hispano y otra francesa en la que además de cambiar el realizador y parte del reparto por actores conocidos en aquel país, se añadían distintas escenas y números musicales que no aparecían en una u otra versión. Esto fue especialmente evidente en los primeros títulos del ciclo cuyo éxito comercial permitía disponer de amplios presupuestos que propiciaban el modelo.




Una vez finalizada la colaboración artística entre Mariano y Carmen, los productores intentaron seguir explotando el filón, colocando al artista en escenarios cargados de exótico tipismo. Así en 1954 con la intención de repetir la fórmula que tan buenos resultados había dado, se volvió a colocar al tenor con una belleza racial española, en este caso Lolita Sevilla en "Aventuras del barbero de Sevilla" un trasunto muy libre de la ópera de Beaumarchais dirigida por el eficaz Ladislao Vajda, director húngaro afincado en España. Confiando en el favor del público no se escatimaron medios, incluido el uso del color, un lujo raro en la producción española de la época, aunque como en este caso se tratase del primitivo sistema Gevacolor que ha desaparecido de la mayoría de las copias a las que fue aplicado.





Aparte de diferentes números que no se incluyeron en la versión española, Luis Mariano y Lolita Sevilla cantaban un delicioso dúo titulado "Pobre hombre" que hubo de ser doblado al francés al sonorizar la película en Paris. En un principio contaba Lolita Sevilla que ella solo tenía en contrato cantar sus canciones en castellano, pero una vez en Francia los productores le indicaron que tenía que cantar en francés su dúo con Mariano en la película, cuando la actriz no tenía ningún conocimiento de aquella lengua. En las películas que Mariano había rodado con Carmen, está última había sido doblada por una cantante francesa en los números musicales que no eran de raigambre española y se añadían a la versión gala, pero en este caso Lolita se enfrentó al reto ella misma con la ayuda del encantador Mariano que dominaba perfectamente el idioma, ya que su carrera se había desarrollado casi en su totalidad en la escena y cine francés. De este modo quedó para la historia este delicioso número que solo pudo ver el público galo en su día y constituye una auténtica rareza dentro de la historia de nuestro cine.



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