miércoles, 25 de octubre de 2017

Lola Flores... La flor del temperamento (1ª parte)



Temperamento, pasión, arte, raza... Son algunos de los adjetivos más utilizados para definir a esta artista única e irrepetible de personalidad arrolladora. No solo es una piedra angular del folklore patrio, sino que hasta su fallecimiento y aún tras el, fue una de las principales figuras de la crónica social y la vida española. Desde la triunfal Lola del franquismo, hasta la vapuleada Lola de la etapa socialista, desde la hembra apasionada que vivía sus amores con total libertad en un país mojigato marcados por la hipocresía y la doble moral, a la madre coraje y mujer de hierro que durante casi veinticinco años plantó cara al cáncer que la minaba y contra el que luchó con la férrea voluntad que la acompañó a lo largo de toda su vida privada y artística. En todas las facetas Lola dejó constancia de esa energía que la hacía única y si bien es cierto que el cine nunca dio la medida de su formidable talento, sus inmortales creaciones en la escena y la canción española hablan por si solos de la genialidad de una artista inimitable. Su arte podía ser motivo de controversia, pero lo cierto es que nunca dejó indiferentes ni a sus críticos más adversos. Ya son legendarias las frases espetadas por un crítico neoyorkino tras verla actuar: "No sabe cantar, no sabe bailar... No sé la pierdan", o el testimonio del mismísimo Whinston Churchill "de todos los artistas que he visto cantar y bailar, creo que ella es la mejor"... No se puede decir más con menos.




Sin embargo Lola no alcanzó las mieles del triunfo sin antes pasar por numerosos sinsabores. Como si se tratase del argumento de una de sus películas, hubo de curtirse en todos los trucos y miserias del mundillo del espectáculo, pasando privaciones y sufriendo decepciones, formándose en tournées interminables en locales de medio pelo antes de escalar las más altas cimas del estrellato y reconocimiento popular.




Dolores Flores Ruiz nació en Jerez de la Frontera (Cádiz) el 21 de enero de 1923, aunque Lola siempre levantó todo tipo de controversias a lo largo de los años sobre su fecha de nacimiento, a fin de no descubrir su verdadera edad, esta es la fecha correcta y como tal figura en su registro natal. Su padre Pedro Flores regentaba una taberna en el piso inferior de la vivienda familiar, donde la pequeña comenzó a marcar sus primeros pasos de baile sobre el mostrador del local, despuntando desde su infancia lo innato de su arte puro e intuitivo. Tras la guerra civil, convertida ya en una mocita, se presenta en el teatro Villamarta de Jerez cantando "Cuna cañí" una creación original de Pastora Imperio, que era uno de los ídolos de la chiquilla. En 1939 aprovechando la estancia del director Fernando Mignoni en Jerez, se somete a una prueba que le vale su primer contrato para el cine interpretando a una gitanilla en la película "Martingala" junto al cantaor "Niño de Marchena". Hoy día el filme es recordado principalmente por contener el debut cinematográfico de la artista, ya que por lo demás es una modesta producción llena de tópicos y falta de imaginación. Tras esta primera experiencia consigue otro pequeño papel, más destacado que el anterior, en "Un alto en el camino" (1941) dirigida por Julián Torremocha, en el que interpretaba a una estrella de la canción banal y caprichosa, dándole ocasión para interpretar tres canciones en las que se empieza a atisbar su temperamento singular.




Desde este momento el deseo de convertirse en artista se acrecienta en ella de tal forma que termina por convencer a su padre para que traspase el negocio familiar y poner rumbo a Madrid, con la finalidad de cumplir sus sueños profesionales. Sin embargo la enorme ilusión por triunfar no es suficiente y Lola ha de ir escalando posiciones más lentamente de lo que preveía. Fue contratada para una gira por los cafetines del norte, donde comenzó a ganar cierto renombre, pasando a formar parte de la compañía de la infortunada Mari Paz a su regreso a Madrid, debutando en 1943 con el espectáculo "Cabalgata". Aquí consigue Lola su primer éxito sonado llamando la atención de la prensa de la época con una brillante interpretación de "El Lerele", número de Currito y Monreal con el que ya había conseguido cierta fortuna durante su gira norteña. En una noche homenaje a la "asociación de la prensa" hubo de repetirlo varias veces entre los enfervorecidos aplausos del público, había comenzado su despegue artístico, tan solo necesitaba el espectáculo donde lucir sus formidables aptitudes. En el ínterin había realizado algunas colaboraciones de escasa importancia en filmes de poco recuerdo, donde se limitaba a realizar algún número de cante o baile, como "Misterio en la marisma" (1943) o "Una herencia de París" (1943)... (continuará)

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