domingo, 22 de octubre de 2017

"El balcón de la luna" (1962) Luis Saslavsky




El rodaje de esta película se convirtió sin duda en el más comentado del año en que se produjo, ya que se consideraba un hecho histórico poder reunir a las tres indiscutibles reinas del cine folklórico de la época en un mismo filme. Pero lo único histórico de este "Balcón de la luna" fue el revuelo que se formó a la hora de colocar los títulos de crédito, ya que ninguna de las tres estrellas quería ir detrás de la otra encabezando el reparto, lo que se solucionó colocando los nombres en forma de aspa con la consiguiente dificultad a la hora de leerlos. No fue este el único problema al que tuvo que enfrentarse el argentino Luis Saslavsky, director de la película, ya que las tres figuras exigieron igual cantidad de planos en cada uno de los números musicales, con el consiguiente perjuicio en la coherencia de las escenas, aunque por lo que se conoce hoy día todos estos pormenores fueron agrandados y utilizados para generar ambiente y dar publicidad al proyecto. Sin embargo a pesar de la expectación despertada, la película resultó un fracaso a nivel artístico y comercial,no ayudando a fortalecer la carrera de nadie y constituyó el "canto de cisne" del cine folklórico, evidenciando la crisis del género, a lo que contribuyó un guión rutinario lleno de situaciones absurdas que se centraba exclusivamente en el lucimiento personal de las protagonistas.




Ni siquiera los números musicales que se presuponían el plato fuerte de la historia causaron encendidos elogios, a pesar de dos temas bombón que reunían a las tres estrellas, el schotis "¡Ay que calor!" y el número nostálgico "Las madamas de ringo-rango", que hoy día constituyen dos raras perlas de nuestro cine musical, por su peculiaridad y encanto "kitsch". De los ocho números que se incluían en la película destaca la zambra "A tu vera", interpretado por Lola Flores en uno de sus habituales arrebatos de genio y temperamento, quedando como una de las mejores creaciones del repertorio de "La Faraona".  Paquita Rico por su parte se luce poniendo delicadeza y su buen gusto personal al pasodoble "El beso" de Ortega y Moraleda, escrito para Celia Gámez quién lo estrenaría en una de sus revistas más famosas "La estrella de Egipto". A Carmen Sevilla le caían en suerte los dos temas menos atractivos de la película debidos a la inspiración de su entonces esposo Augusto Algueró, cuyo talento se hallaba más dotado para la canción melódica que para la tonadilla, lo que hizo que Carmen modernizase su registro e imagen a raíz de su matrimonio con el compositor, iniciando un fructífero periplo juntos con temas como "Sera el amor", "Cabecita loca" o "Cariño trianero", todos ellos muy escuchados en su momento.





El reparto de secundarios estaba formados por algunos de los nombres imprescindibles de nuestro cine, aunque se limitan solamente a acompañar a las tres divas que acaparan la atención absoluta y la mayor parte del metraje de la historia, sin despuntar más allá de los insulsos cometidos que les viene en suerte interpretar.




Tras "El Balcón de la luna" las carreras de Carmen, Lola y Paquita se vieron sensiblemente alteradas. Carmen después de algunos títulos de escasa fortuna sorprendió a propios y extraños dando un inesperado giro a su carrera prodigándose en comedias y dramas seudoeróticos de directores con distintas inquietudes como "El techo de cristal" (1971) de Eloy de la Iglesia, "La cera virgen" (1972) de José María Forqué, "No es bueno que el hombre esté solo" (1973) de Pedro Olea o "La loba y la paloma" (1974) de Gonzalo Suárez. Lola vio poco a poco restringidas sus apariciones cinematográficas en favor de sus actuaciones personales en teatro y televisión, si bien consiguió un premio de interpretación por su papel en la comedia de enredos "Una señora estupenda" (1969) y alcanzó el sueño de atisbar sus facultades dramáticas, tan ponderadas a lo lardo de toda su carrera, en dos de sus últimos filmes "Truhanes" (1983) de Miguel Hermoso y "Los invitados" (1987) realizada por Víctor Barrera. En cuanto a Paquita después de su intervención en un insólito western coproducido con Estados Unidos titulado "Tierra brutal" (1962) y varias colaboraciones de escasa relevancia, puso punto final a su etapa como actriz de cine, continuando su carrera en los escenarios.





El fracaso comercial de la película marcó el declive de un tipo de cine que se había alzado como uno de los más populares durante dos décadas, por entonces las preferencias del público respecto al cine musical se habían decantado por los vehículos destinados a los niños prodigio Joselito, Marisol y Rocío Dúrcal y los dramones nostálgicos de Sarita Montiel, entonces en pleno apogeo de su fama.

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