sábado, 30 de septiembre de 2017

Concha Piquer... Regreso a España, primeros éxitos (3ª parte)



En 1927 deja Nueva York rumbo a España. Su regreso está motivado por la nostalgia y la enfermedad de una de sus hermanas, lo que hace que Conchita y su madre den por finalizada su aventura americana que tan buen resultado le dio, sentando las bases de su formación como artista. Se presenta en Madrid en el teatro Romea con un espectáculo de variedades en el que mezclaba las canciones españolas compuestas para ella por Penella, con algunas imitaciones en inglés de Al Jolson y Eddie Cantor, entre ellos la célebre "Susie" una de las interpretaciones más conocidas del cómico americano. Durante esta época hubo de esforzarse en aprender castellano, ya que en aquel tiempo solo sabía hablar inglés y valenciano. La publicidad de su debut se amplió gracias a una magnífica fotografía de la artista publicada en el diario ABC en la que era elegida "reina de la belleza", título adjudicado por un jurado compuesto entre otros por Julio Romero de Torres, sobre el que Conchita cantó posteriormente las coplas, "La chiquita piconera" y "¡Ay, mi Córdoba!", inspiradas en la vida y amores del célebre pintor. Lo cierto es que belleza de la joven en aquella época se asemejaba mucho al ideal racial de mujer española plasmado en los lienzos del retratista cordobés.




En ese mismo 1927 tiene su primer encuentro con el cine de largometraje, al ser elegida por Benito Perojo como protagonista de la primera versión de "El negro que tenía el alma blanca". A las órdenes del director madrileño rodaría dos años después "La Bodega" (1929), basada en la obra de Vicente Blasco Ibáñez. Cinta muda, al igual que la anterior, en la que debido a la exitosa irrupción del sonido se añadieron a última hora algunos números musicales, entre ellos un fandango que Conchita cantaba acompañada a la guitarra. Esto fragmentos fueron sonorizados en Francia, ya que los modestos estudios españoles carecían de los medios necesarios para dar voz a las imágenes. Ambos títulos tuvieron una buena acogida en su momento, especialmente el primero donde se da cuenta del buen hacer de su director, destacando Conchita como una competente actriz dentro del contexto del cine silente, en el que el gesto reemplazaba a la palabra. Como anécdota cabe destacar que la artista se sometió a una operación de nariz con el fin de salvar las dificultades fotogénicas que en cine se veían acentuadas limitando la complicidad con la cámara, condición indispensable para traspasar la pantalla.





Para completar su buena racha Conchita conoció en aquel tiempo al torero Antonio Márquez, apodado "el Belmonte rubio", que habría de convertirse en su compañero sentimental, padre de su hija y posterior esposo. Cuando iniciaron su relación la pareja no pudo contraer matrimonio, ya que el diestro se había casado en Cuba anteriormente con otra señora. Ante la imposibilidad de obtener el divorcio, la artista se convirtió a ojos de la pacata sociedad de la época en su "querida", a pesar de mantener una convivencia estable que duraría hasta la muerte de su compañero acaecida en 1988. Se dice que basándose en esta circunstancia Rafael de León compuso para ella, ya en sus años de esplendor, el "Romance de la Otra", que Concha interpretaba completamente vestida de negro, sin poder evitar emocionarse al recitar "Yo soy la otra, la otra... Y a nada tengo derecho, porque no llevo un anillo con una fecha por dentro..." Siempre celosa de su intimidad, la Piquer ocultó toda su vida la fecha en que por fin pudo unirse en matrimonio con el hombre de su vida.




En 1934 protagoniza "Canto para ti" de Fernando Roldán, filme inspirado en la vida de "La Fornarina" que según parece pasó bastante inadvertido para crítica y público, por lo que Conchita decidió centrar su carrera en los escenarios donde comenzaba a obtener sus primeros éxitos como canzonetista con temas como "María Magdalena", "Santa Lucía", "Doña Luz" y "Ojos verdes". Esta inmortal copla es uno de los casos más controvertidos de la historia de la canción española, se dice que fue estrenada por Miguel de Molina y se considera la disputa por la autoría de esta canción el motivo de la reconocida rivalidad entre ambos artistas. Otras fuentes sin embargo apuntan que fue Estrellita Castro quién la estrenó en 1937 durante la guerra civil y parece ser que la primera en registrarla en disco sería Consuelo Molina en 1939, pero fueron Miguel de Molina y Concha Piquer quienes se encargaron de popularizarla, si bien es la versión de esta última, agridulce y aterciopelada, la que finalmente se llevó el mayor reconocimiento. Lo cierto es que la artista es capaz de arrancar mil matices a un tema que es sin duda la canción bandera no solo de su repertorio, sino del extenso catálogo de la copla en sí mismo, el máximo ejemplo de calidad de un género riquísimo en sentimientos y expresiones amatorias.





El estallido de la guerra civil sorprende a Conchita en Madrid, desde allí se traslada junto a Antonio Márquez a Francia y posteriormente a Sevilla, ciudad tomada por las tropas nacionales donde pasarían el resto de la contienda. Fue en esta ciudad, actuando en el teatro San Fernando, donde se produce un hecho fundamental en su carrera, su encuentro con el poeta Rafael de León, con el que entabla una enorme amistad principal causante del nacimiento de la copla como género con entidad propia... (continuará)

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