Su sonrisa fue y sigue siendo legendaria y en ella se haya escrita gran parte de la historia de nuestro cine. Desde su clamoroso descubrimiento en la versión muda de "La hermana San Sulpicio" (1927), realizada por su pygmalion y más tarde esposo Florian Rey, se convirtió en la estrella de mayor magnitud del panorama cinematográfico español, entendido a la manera en que el término se aplica a las mayores figuras internacionales. No solo llegó la primera sino que además fue la mejor. Todas las folklóricas y figuras musicales que hicieron carrera en el cine español le deben algo, en todas existe la necesidad de repetir su significado, en este sentido ha sido fuente de inspiración para muchas e icono de prestigio musical e interpretativo. Los títulos de su época dorada son los más versionados de la historia del cine folklórico español, intentando emular el impacto causado por su figura, aunque todos los intentos quedasen por debajo del original. Justo es decir que el empeño era difícil de alcanzar.
Magdalena Nile del Río nació en Buenos Aires (Argentina) el 26 de diciembre de 1910, hija del guitarrista Antonio Nile natural de Gibraltar y la malagueña Rosario del Río. Desde muy niña, contando apenas cuatro años, ya comenzaba a despuntar en ella el gusanillo del arte, aprovechando cualquier momento para cantar y bailar al son de los acordes de la guitarra de su padre. Viendo el talento apuntado por su hija, el señor Nile decidió darle una buena formación, haciéndole tomar lecciones de canto y baile. Según contaba la propia artista llegó a recibir clase de ballet de la mítica Pavlova en su país natal. Su debut profesional se produjo en el teatro de la Comedia bonaerense en 1916. La insigne Pastora Imperio ante quien la chiquilla bailó en una ocasión, la bautizó como "Petite Imperio", apelativo afrancesado a la moda de la época, siendo más tarde Don Jacinto Benavente quién le sugiriera cambiarlo por el definitivo, Imperio por la gran Pastora y Argentina por la genial artista Antonia Mercé "La Argentinita".
Anunciada ya como Imperio Argentina viajó a España presentándose en el madrileño teatro Calderón en 1923, pasando dos años más tarde al afamado Romea contratada por José Campua, uno de los mayores empresarios teatrales de la época. Fue en este local donde el director Florian Rey, que estaba buscando la protagonista para su próxima película "La hermana San Sulpicio", la vio quedando inmediatamente prendado de sus facultades y físico, proponiéndole una prueba cinematográfica. Tras someterse a unas pruebas de cámara para valorar su fotogenia, fue contratada por la astronómica cifra de veintisiete mil pesetas de 1927, cantidad más que considerable en aquellos años. La película se convirtió en un enorme éxito de crítica y público catapultando a Imperio de la noche a la mañana al estrellato cinematográfico. Irónicamente un año antes, el director Benito Perojo le había sometido a unas pruebas para su película "Malvaloca" (1926) siendo rechazada de pleno. Contemplando el triunfo obtenido por la artista poco tiempo después, es de suponer que el realizador madrileño se arrepintiese enormemente de no haber ofrecido a aquella chiquilla casi desconocida la oportunidad de debutar a sus órdenes.
Florian le dirige de nuevo en su siguiente título "Los claveles de la virgen" (1928), al parecer el realizador quedó prendado por la artista y la mujer desde su primera colaboración juntos. Al igual que en el caso de "La hermana San Sulpicio" han desaparecido todos los originales de esta película, conservándose hoy tan solo unos pocos minutos en la Filmoteca. "Corazones sin rumbo" (1928) dirigida por Perojo sería su último filme mudo, con el advenimiento del sonoro la estrella potenciaría al máximo su atractivo usando en la pantalla sus excepcionales dotes como cantante e interprete... (continuará)
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