lunes, 25 de septiembre de 2017

La verbena de la Paloma (1935) la obra cumbre de Benito Perojo





En los años inmediatamente anteriores a la guerra civil, durante la segunda república, la industria cinematográfica española alcanzó las cotas más altas de entretenimiento conseguidas hasta entonces, dando a nuestro cine entidad propia. La productora cinematográfica Cifesa, empresa valenciana fundada por Vicente Casanova, había iniciado su andadura a principios de los años 30 con la aspiración de convertirse en una réplica del modelo de estudio americano, creando un Star System a la española basado en la contratación de las estrellas más populares de aquellos años e incluyendo en su nómina a la práctica totalidad de técnicos y operadores con los que contaba el incipiente sistema español. El enorme éxito de distintas cintas de carácter popular, especialmente las protagonizadas por Imperio Argentina, la mayor estrella del momento, colocaron la industria de cine española a la cabeza del mercado hispano parlante.




 En esa línea de cine popular, dotado de una dignísima calidad y sabiduría cinematográfica, Perojo aborda la realización de una de las zarzuelas más populares del repertorio castizo, "La verbena de la Paloma". Desde el periodo del mudo la zarzuela, como parte de la tradición escénica de nuestro país, fue fuente de inspiración para productores y directores, que adaptaron aún sin música títulos tan populares como "Maruxa", "La Revoltosa" o "Gigantes y cabezudos". De hecho "La verbena de la Paloma" tuvo una primera versión en 1921 dirigida por José Buchs conociendo ya por entonces un gran éxito, y en la que el posteriormente famoso director Florián Rey interpretaba el papel de Julián, protagonista masculino de la obra.




 Se hacia inevitable que con el advenimiento del sonoro la producción musical española se viese inundada de títulos zarzueleros. Así vieron la luz "Carceleras" (1932), primer filme español completamente "hablado y cantado" como se anunciaba por entonces, "Doña Francisquita" (1934), "La reina mora" (1936), "La Dolorosa" (1934) o "El gato montés" (1936), entre otras. Pero sin duda alguna la más popular de todas fue esta "Verbena" de Perojo producida por Cifesa y protagonizada por un elenco de estrellas muy populares en su tiempo.




La obra fue concebida como una de las mayores producciones rodadas hasta ese momento, le llamaron la película del millón de pesetas, cifra desorbitada para los años 30 del pasado siglo. Da idea de ellos los espectaculares decorados construidos en los estudios Cea de Ciudad Lineal, que reproducían todo el sabor del Madrid castizo en el que se desarrolla la historia. Hubo incluso una escena, perdida hoy día, que en el original fue rodada en Technicolor. El filme de Perojo es sin lugar a dudas de una calidad brillante y en él se observa una evolución técnica y artística que el cine español venía desarrollando desde unos años atrás. La cámara se mueve con soltura sorteando las limitaciones del primitivo sistema de sonido que limitaba la movilidad, consiguiendo una obra que conserva toda la esencia del original escénico, sin dejarse influir por su procedencia teatral. Para la escena de las famosas seguidillas "Por ser la Virgen de la Paloma" se construyo una calle de más de 500 metros por las que circulaba un tranvía tirado por caballos en el que estos avanzaban al son de la popular música de Bretón, en un alarde de montaje que anticipa el ritmo magnífico que marcó el tono de la película. El estreno de la cinta se cuenta como uno de los mayores éxitos del periodo republicano y uno de los primeros y casi únicos filmes auténticamente musicales rodados en nuestro país, dando modernidad a un tema clásico. Todos los números se insertan con tal acierto que consiguen dar una continuidad al relato, sin interrumpir en ningún momento la historia, como solía ocurrir en este tipo de filmes. El director huye conscientemente del teatro filmado, poniendo todo su conocimiento cinematográfico al servicio del filme, sacando todo el partido que puede de los medios técnicos de los que disponía, logrando una adaptación brillante y personalísima, llena de aciertos, narrada en un lenguaje esencialmente cinematógrafo. Un título merecidamente reivindicado, imprescindible para entender la historia y evolución de nuestro Cine.




 En el éxito del filme influyó de manera decisiva su sensacional reparto, en el que figuran algunas algunas de las estrellas más populares de la época. Al frente de todos ellos el cómico Miguel Ligero, un habitual en el cine de Perojo, como el boticario Don Hilarión, que se convertiría en adelante en una de sus especialidades tanto en cine como en teatro. El echo de que en una de las más célebres grabaciones discográficas de esta zarzuela el cómico madrileño fuese elegido para interpretar este rol, da una idea de la identificación que se produjo entre el actor y el personaje. Siendo en adelante uno de sus papeles más recordados. La castiza Susana es interpretada por la estupenda Raquel Rodrigo, conocida en su día como "la novía de España". Su agradable timbre de soprano y su belleza latina la hacían la interprete ideal de la multitud de comedias musicales y zarzuelas rodadas durante esos años. Su estrella brilló muy alto aunque tras la guerra civil su carrera fue perdiendo interés hasta caer prácticamente en el olvido. Hoy en día su fama sobrevive principalmente por su participación en este filme. El galán Roberto Rey, se luce como el celoso y apasionado Julián, cuya apostura y agradable voz de barítono, le convirtieron en el acompañante ideal de lindas y canoras damas de los años 30, desde Antoñita Colomé a Estrellita Castro. La tiple Selica Pérez Carpio, figura mítica del teatro lírico español, integrante del famoso Teatro de Apolo cuna del género chico, aparece como la Señá Rita mostrando una gran soltura en la pantalla a pesar de ser una actriz esencialmente teatral. El reparto se completa con la característica Dolores Cortés como la Tía Antonia, la simpática Charito Leonís como Casta y Rafael Calvo como El Tabernero. Todos ellos sensacionales.








La película conoció un remake en 1963, el tercero, dirigido por José Luis Sáenz de Heredia, que si bien realizó una obra muy personal, intentando adaptar el espíritu del original a los nuevos tiempos, estuvo muy por debajo de su predecesora en cuanto a ritmo y calidad. La película fue protagonizada por Concha Velasco y Vicente Parra como Susana y Julián y de nuevo Miguel Ligero en su sempiterno personaje de boticario chocho y enamoradizo.


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