La manchega universal, el
rostro más bello que jamás retrató nuestro cine, Sara es en rigor todo un mito
del mundo del espectáculo. Desde su sensacional irrupción con “El último cuplé”
(1957) hasta hoy, la máscara del personaje sigue fascinando y dando que hablar
tanto a defensores como detractores. Llegó para encender la pantalla en una
época en el cine español estaba necesitando urgentemente de “fuego”, y la
carnalidad y el paladar de la Montiel mantuvieron esa llama viva durante casi
dos décadas. Aunque sin duda su éxito responde a unas necesidades muy
concretas, el carisma y la estatura de la estrella hicieron que perdurase más
allá del fenómeno inicial. Fue una personalidad tan seductora que se impuso a
cualquier consideración interpretativa, y estuvo muy por encima de los
repetitivos y mediocres argumentos de sus películas. Desde los tiempos de la
gran Imperio Argentina, ninguna otra artista había constituido una inversión
tan segura para los productores y discográficas, ningún otro nombre había
traspasado fronteras estableciéndose en mercados tan escépticos a nuestro cine
como Francia, la antigua Yugoslavia o la Unión Soviética, donde las películas
de la Saritísima eran canjeadas por madera y petróleo. Fue un nombre que se
convirtió en leyenda, una leyenda que nació para perpetuarse y permanecer en la
memoria y la historia del cine, a pesar de sus excesos y la irregular calidad
de su filmografía.
María Antonia Abad Fernández nace en Campo de Criptana (Ciudad
Real) el 10 de Marzo de 1928, hija de una humilde familia de gañanes. A pesar
de la pobreza que rodea su infancia, o quizás como consecuencia de ello, sueña
con el brillo del mundo del espectáculo desde muy niña, teniendo como
principales aficiones cantar y actuar. Con muy pocos años se traslada con su
familia a Orihuela (Alicante). Allí es descubierta a la edad de trece años por
el matrimonio Ezcurra, mientras canta una saeta al Cristo del gran poder. Los
Ezcurra eran una acomodada familia valenciana muy ligados a Vicente Casanova,
propietario de la productora cinematográfica Cifesa, y enterados de las
inquietudes de la niña por convertirse en artista piden permiso a sus padres
para llevarla con ellos y educarla para tal fin.
En 1942, un año después de su marcha a Valencia con los Ezcurra,
gana un concurso convocado por Cifesa en la madrileña Casa de Campo para
descubrir nuevos talentos, cantando “La morena de mi copla”. El premio
consistía en 500 pesetas y una prueba cinematográfica para la película
“Deliciosamente tontos” (1943), protagonizada por Amparo Rivelles y Alfredo
Mayo, que no resultó satisfactoria. Consiguió debutar ante las cámaras dos años
más tarde con un breve papel en “Te quiero para mí” (1944) de Ladislao Vajda,
en el que aparecía acreditada como María Alejandra y donde daba vida a la amiga
y confidente de la protagonista, Isabel de Pomés, en el internado de señoritas
en el que cursaban sus estudios. A estancias de su representante Enrique
Herreros, cambia su nombre por el definitivo de Sara Montiel, y como tal aparece
en “Empezó en boda” (1944) , una comedia de Rafaello Matarazzo que protagoniza
con Fernando Fernán Gómez, con quién también rodaría su siguiente título “Se le
fue el novio” (1945), a la que seguirían “El misterioso viajero del Clipper”
(1945), “Bambú” (1945) y la comedia deportiva “Por el gran premio” (1946). En
todos ellos desempeñaba un personaje de adolescente rubia y pizpireta, algo
cursi y con una fino instinto para la comedia ligera que lamentablemente
abandonaría más tarde por el melodrama.
En 1947 realiza una prueba junto a Jorge Mistral para los
personajes principales de la película “Mariona Rebull” de José Luis Sáenz de
Heredia, que finalmente acaban interpretando Blanca de Silos y José Mª Seoane.
Sara ha de conformarse con el breve papel de la cupletista “LuLa”, que no
obstante le aporta el premio a la mejor actriz secundaria en el primer Certamen
Cinematográfico Hispanoamericano y le brinda la oportunidad de cantar su primer
cuplé ante las cámaras. Tras el excelente film de Sáenz de Heredia, vendrían
diversas colaboraciones de escasa importancia en otros tantos títulos,
destacando su intervención en el “Don Quijote de la Mancha” (1947) de Rafael
Gil, donde interpretaba a la sobrina del hidalgo y “La mies es mucha” (1948),
otro Sáenz de Heredia esta vez en clave misionera, donde aparecía bellísima en
un papel de indígena pagana que acaba por convertirse al catolicismo, como
consecuencia de la bondad y la fuerza evangelizadora del padre Fernando Fernán
Gómez.
Su por entonces pareja, Miguel Mihura, escribe para ella el papel
principal de la película “Confidencia” (1947) dirigida por su hermano Jerónimo
Mihura, en el que su intervención comienza a llamar la atención de la crítica.
Sin embargo, su primera oportunidad importante vendría de la mano de Juan de
Orduña, el director que la consagraría una década más tarde, con el personaje
de la princesa Aldara en el taquillazo “Locura de amor” (1948). Vestida de mora
ardiente, aparte de enamorar perdidamente a un Fernando Rey disfrazado de
Felipe el Hermoso y contribuir de este modo a la locura de la reina Juana, Sara
comienza a apuntar su poderoso magnetismo y sensacional fotogenia ante la
cámara, que hacían atisbar su potencial estelar. El éxito clamoroso de la
película convierte a su protagonista, Aurora Bautista, en estrella indiscutible
del momento y alcanza a todos cuantos en ella participan. No obstante Sara no
puede asistir al estreno debido a una grave afección pulmonar que la recluye en
el Hospital de San Rafael durante más de un año. Regresa al cine con un corto
papel en el segundo bombazo consecutivo de Orduña y la Bautista, la película
inspirada en la novela del Padre Coloma “Pequeñeces” (1949), haciéndose cargo
del rol de la cortesana francesa “Monique”, colaboración insignificante perdida
en cerca de dos horas de metraje en las que la Bautista reina por derecho
propio. A continuación llegarían, “El capitán Veneno” (1950), una comedia de
salón, basada en la novela de Pedro Antonio Alarcón, con Fernando Fernán Gómez
y “Aquel hombre de Tánger” (1950), una coproducción con Estados Unidos en la
que interpretaba un exótico papel de marroquí, muy al estilo de los de Yvonne
de Carlo en el ciclo Oriental de la Universal… Continuará
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