martes, 12 de abril de 2022

Sara Montiel… Rumbo a México (2ª parte)

 

Iniciada la década de los cincuenta del siglo XX, Sara se da cuenta que en el panorama cinematográfico español de entonces no obtiene las ofertas que ella anhela y a estancias de Miguel Mihura, su primer amor, viaja a México en busca de mejores oportunidades. Toda la personalidad cinematográfica de Sara Montiel, así como su increíble potencial erótico se va desarrollando en los estudios aztecas a lo largo de las catorce películas en las que interviene como protagonista, en un momento en el que el cine mexicano está viviendo su época dorada. colocándose a la cabeza de la producción Latinoamericana del momento. El primer filme en el que interviene en tierras mexicanas es “Furia roja” (1950) dirigida por Victor Urruchoa, del que Verónica Lake realizaba al mismo tiempo una versión para el público americano. Pero la popularidad le llegaría al interpretar junto al ídolo nacional Pedro Infante dos comedias musicales rancheras de gran éxito “Ahí viene Martín Corona” y “Vuelve Martín Corona”, ambas de 1951. En ellas Sara era la linda y temperamental española interés, amoroso del protagonista, que entre romances y aventuras se dedica a interpretar de forma personalísima un surtido de coplas populares como “Para el carro”, “Copla en la noche” o “La canción del olé”. Hoy día sorprende ver a una juvenil Sarita abordando con brío un género tan alejado del estilo que finalmente cultivaría con tanta fortuna, demostrando además que había cantado con gusto y personalidad propia en muchas de sus películas antes de “El último cuplé”, donde fue descubierta de forma mayoritaria en esta faceta.


“Necesito dinero” (1951), volvió a emparejarla con Pedro Infante en una nueva comedia musical, a la que siguieron una serie de melodramas desaforados que contaban con todos los elementos del folletín con tintes negros como “Cárcel de mujeres” (1951) o “Piel canela” (1953), donde se la anunciaba como la española más guapa del mundo, que sirvieron para que los representantes de la MCA se fijasen en ella y la presentasen a Max Arnow, descubridor de talentos de la Columbia. Tras realizar unas pruebas en estos estudios le ofrecen un contrato de siete años, en los cuales comenzaría interpretando pequeños papeles hasta obtener protagonistas a medida que su inglés se perfeccionase. Temerosa de la esclavitud que imponían los contratos de las grandes productoras Hollywoodienses, que controlaban milimétricamente la vida personal y profesional, rechaza tan sustanciosa oferta y regresa a México. A pesar de todo, el agente de la Columbia, entusiasmado con Sara desde las pruebas realizadas en estos estudios, consigue para ella el papel protagonista de “El americano” (1955) junto a Glenn Ford, cuyo rodaje acabó siendo pospuesto por problemas de producción, siendo reanudado con Ursula Thies en el rol destinado en un principio para ella.


En México continúa interpretando melodramas desgarrados como “¿Porqué ya no me quieres?” (1953), “Frente al pecado de ayer” (1954), “Yo no creo en los hombres” (1954) o “Donde el círculo termina” (1954) su última película en este país antes de iniciarse su despegue definitivo a la soleada California. El tenaz Max Arnow pide a Sara que le envíe unas fotos vestida de india con fines promocionales que realiza Gabriel Figueroa. El material enviado entusiasma tanto a los productores americanos que le brinda la posibilidad de intervenir junto a Gary Cooper y Burt Lancaster en “Veracruz” (1954), uno de los títulos míticos del séptimo arte. A pesar de figurar en los títulos de crédito por detrás de Denise Darcel, en la pantalla Sara brilla con tanta fuerza que opaca la participación de la actriz francesa.


“Veracruz” le abre las puertas doradas de Hollywood, rodando en los estudios de la Warner su siguiente título “Serenade” (Dos pasiones y un amor) (1956), junto al popular tenor Mario Lanza y una fría y madurita Joan Fontaine, con la cual se disputa el amor del protagonista un tanto histriónico y pesado en esta ocasión. Lanza estaba viviendo los últimos momentos de su efímera fama, había sido despedido de la Metro por los problemas que ocasionaba su mal gestionado divismo y este sería su último título destacable, falleciendo tres años más tarde de forma prematura en Italia con solo 38 años. La dirección corría a cargo de Anthony Mann, hombre definitivo en su vida, ya que se convertiría meses más tarde en su primer marido. Aquel mismo año, estuvo a punto de convertirse en la princesa hindú, de “La vuelta al mundo en 80 días” (1956), pero parece ser que su productor Michael Todd, esposo por entonces de Elizabeth Taylor, se decantó finalmente por una casi desconocida Shirley McLaine. Lo cierto es que la belleza de Sara hubiese encajado a la perfección en un papel que no requería prácticamente más. Entre otros proyectos fallidos parece ser que rechazó el papel que protagonizaría Yvonne de Carlo en “La esclava libre” (1957) junto a Clark Gable y el de Anne Baxter en el western crepuscular “Cimarrón” (1960) junto a Glenn Ford, dirigida por su esposo Anthony Mann. Posiblemente la negativa de la Montiel en este caso se debió a que ya estaba triunfando en medio mundo en su faceta de actriz-cantante tras el triunfo de “El último cuplé” y prefirió sus vehículos musicales en los que era la estrella absoluta que controlaba todo.


En la R.K.O interpreta “Yuma” (1956), un soberbio western de Samuel Fuller con Rod Steiger como protagonista, en el que interpreta a una india Sioux de inquietudes pacifistas. Este era el tipo de personajes a los que el cine americano relegó a sus incorporaciones latinas a lo largo de toda su historia, un destino al que no escaparon grandes estrellas como Anthony Quinn o Dolores del Río, ni importaciones de menor calado como Pedro Armendáriz, Katy Jurado, Ricardo Montalban, Fernando Lamas y un largo etcétera. Todos ellos se hicieron cargo de los más diversos y exóticos papeles entendidos al gusto americano, desde indios a esquimales, pasando por polinesios, japoneses o piratas de cualquier nacionalidad… (continuará)






No hay comentarios:

Publicar un comentario