sábado, 30 de septiembre de 2017

Concha Piquer... Regreso a España, primeros éxitos (3ª parte)



En 1927 deja Nueva York rumbo a España. Su regreso está motivado por la nostalgia y la enfermedad de una de sus hermanas, lo que hace que Conchita y su madre den por finalizada su aventura americana que tan buen resultado le dio, sentando las bases de su formación como artista. Se presenta en Madrid en el teatro Romea con un espectáculo de variedades en el que mezclaba las canciones españolas compuestas para ella por Penella, con algunas imitaciones en inglés de Al Jolson y Eddie Cantor, entre ellos la célebre "Susie" una de las interpretaciones más conocidas del cómico americano. Durante esta época hubo de esforzarse en aprender castellano, ya que en aquel tiempo solo sabía hablar inglés y valenciano. La publicidad de su debut se amplió gracias a una magnífica fotografía de la artista publicada en el diario ABC en la que era elegida "reina de la belleza", título adjudicado por un jurado compuesto entre otros por Julio Romero de Torres, sobre el que Conchita cantó posteriormente las coplas, "La chiquita piconera" y "¡Ay, mi Córdoba!", inspiradas en la vida y amores del célebre pintor. Lo cierto es que belleza de la joven en aquella época se asemejaba mucho al ideal racial de mujer española plasmado en los lienzos del retratista cordobés.




En ese mismo 1927 tiene su primer encuentro con el cine de largometraje, al ser elegida por Benito Perojo como protagonista de la primera versión de "El negro que tenía el alma blanca". A las órdenes del director madrileño rodaría dos años después "La Bodega" (1929), basada en la obra de Vicente Blasco Ibáñez. Cinta muda, al igual que la anterior, en la que debido a la exitosa irrupción del sonido se añadieron a última hora algunos números musicales, entre ellos un fandango que Conchita cantaba acompañada a la guitarra. Esto fragmentos fueron sonorizados en Francia, ya que los modestos estudios españoles carecían de los medios necesarios para dar voz a las imágenes. Ambos títulos tuvieron una buena acogida en su momento, especialmente el primero donde se da cuenta del buen hacer de su director, destacando Conchita como una competente actriz dentro del contexto del cine silente, en el que el gesto reemplazaba a la palabra. Como anécdota cabe destacar que la artista se sometió a una operación de nariz con el fin de salvar las dificultades fotogénicas que en cine se veían acentuadas limitando la complicidad con la cámara, condición indispensable para traspasar la pantalla.





Para completar su buena racha Conchita conoció en aquel tiempo al torero Antonio Márquez, apodado "el Belmonte rubio", que habría de convertirse en su compañero sentimental, padre de su hija y posterior esposo. Cuando iniciaron su relación la pareja no pudo contraer matrimonio, ya que el diestro se había casado en Cuba anteriormente con otra señora. Ante la imposibilidad de obtener el divorcio, la artista se convirtió a ojos de la pacata sociedad de la época en su "querida", a pesar de mantener una convivencia estable que duraría hasta la muerte de su compañero acaecida en 1988. Se dice que basándose en esta circunstancia Rafael de León compuso para ella, ya en sus años de esplendor, el "Romance de la Otra", que Concha interpretaba completamente vestida de negro, sin poder evitar emocionarse al recitar "Yo soy la otra, la otra... Y a nada tengo derecho, porque no llevo un anillo con una fecha por dentro..." Siempre celosa de su intimidad, la Piquer ocultó toda su vida la fecha en que por fin pudo unirse en matrimonio con el hombre de su vida.




En 1934 protagoniza "Canto para ti" de Fernando Roldán, filme inspirado en la vida de "La Fornarina" que según parece pasó bastante inadvertido para crítica y público, por lo que Conchita decidió centrar su carrera en los escenarios donde comenzaba a obtener sus primeros éxitos como canzonetista con temas como "María Magdalena", "Santa Lucía", "Doña Luz" y "Ojos verdes". Esta inmortal copla es uno de los casos más controvertidos de la historia de la canción española, se dice que fue estrenada por Miguel de Molina y se considera la disputa por la autoría de esta canción el motivo de la reconocida rivalidad entre ambos artistas. Otras fuentes sin embargo apuntan que fue Estrellita Castro quién la estrenó en 1937 durante la guerra civil y parece ser que la primera en registrarla en disco sería Consuelo Molina en 1939, pero fueron Miguel de Molina y Concha Piquer quienes se encargaron de popularizarla, si bien es la versión de esta última, agridulce y aterciopelada, la que finalmente se llevó el mayor reconocimiento. Lo cierto es que la artista es capaz de arrancar mil matices a un tema que es sin duda la canción bandera no solo de su repertorio, sino del extenso catálogo de la copla en sí mismo, el máximo ejemplo de calidad de un género riquísimo en sentimientos y expresiones amatorias.





El estallido de la guerra civil sorprende a Conchita en Madrid, desde allí se traslada junto a Antonio Márquez a Francia y posteriormente a Sevilla, ciudad tomada por las tropas nacionales donde pasarían el resto de la contienda. Fue en esta ciudad, actuando en el teatro San Fernando, donde se produce un hecho fundamental en su carrera, su encuentro con el poeta Rafael de León, con el que entabla una enorme amistad principal causante del nacimiento de la copla como género con entidad propia... (continuará)

viernes, 29 de septiembre de 2017

Coplas eternas... Ojos Verdes (Valverde, León y Quiroga)



Sin duda alguna es el título más significativa de la canción española, la pieza más conocida y versionada de todo el repertorio. Es obra de tres de los autores más prolíficos y con más talento del género el músico Manuel Quiroga y los letristas Valverde y Rafael de León. La exquisita poesía de su letra, la candencia de su música, unida a la sensibilidad y fuerza con que trata la historia entre una prostituta y el macho al que se entrega en una noche de amor apasionada quedando prendada de su mirada, ha sido fuente de inspiración para la práctica totalidad de cantantes femeninos y masculinos que han abordado el género e incluso para los que lo han tocado de refilón en alguna ocasión. Su reconocida calidad es a día de hoy incuestionable.



Como ocurre con otras muchas piezas famosas el origen de su presentación es difuso, quedando perdido en la memoria de los años 30 del siglo XX. Varios artistas se disputaron la autoría de su estreno, lo que ha hecho a los estudiosos de la Copla adentrarse en la historia para intentar esclarecer las circunstancias de su presentación, sin lograrlo completamente. Sin duda alguna la artista a quién permanece asociada en la memoria es Concha Piquer, quién realizó una creación insuperable primero acompañada a la guitarra a principios de los años 40 y otra definitiva con orquesta en 1955 cuando ya era considerada la canción bandera de su repertorio, pero desde su origen el cantante Miguel de Molina se atribuyó el honor de ser el primero en interpretarla e incluso refirió que Rafael de León la había compuesto para él en 1931, año en que fue registrada por el autor.


Lo cierto es que ni el artista malagueño, ni Concha Piquer serían los primeros en presentarla, el estreno queda difuso entre la desconocida Blanquita Suárez y Estrellita Castro durante la guerra civil y se cuenta que fue Consuelo Heredia la primera en grabarla, aunque parece ser que no obtuvo éxito hasta que la interpretase Miguel de Molina a finales de la contienda, registrándola en disco en 1940 a la vez que Concha Piquer, alcanzando el favor definitivo en labios de la tonadillera valenciana, lo que hizo que se considerase en adelante una creación de esta. Lo que es seguro es que la Piquer fue quien más veces la cantó convirtiéndola en inmortal, en una versión dulce y desgarrada a la vez.

Durante los años de la dictadura esta copla se encontraría con graves problemas de censura, ya que los "defensores de la moral patria" no pasaron por alto el verso inicial que refería "Apoyá en el quicio de la mancebía", alusión directa a las casas de prostitución y sugirieron cambiarlo por "Apoyá en la reja de mi casa un día". La Piquer dando cuenta de su férreo carácter e inteligencia musical, no cedió jamás a tales intromisiones que alteraban la poesía de la letra y diluían toda la fuerza de la canción, lo que hizo que se llevase varias multas a lo largo de los años por cantar la letra original que fue, por otro lado, la que permaneció en las grabaciones registradas en disco por la mayoría de artistas que la interpretaron en el tiempo.  En el cine no corrió la misma fortuna, ya que durante los años hubo de cantarse en su versión alterada, sin duda los censores eran bastante más rígidos, a la par de estúpidos, a la hora de aplicar sus criterios en la pantalla. De este modo Rafael de León adaptó la letra a la historia de amor contada en  "Filigrana" (1949), para que Concha Piquer en una de sus escasas apariciones cinematográficas cantase "Sobre el agua clara que llevaba el río, estaba cayendo la tarde de Mayo"... Sara Montiel que la incluiría en "Carmen, la de Ronda" (1959) susurraba "Apoyá en la trama de mi celosía", que sería el mismo estribillo que utilizase años más tarde la mismísima Rocío Jurado en "Proceso a una estrella" (1966). Tuvieron que pasar casi 30 años, para que Manuel Bandera cantase los versos originales en "Las cosas del querer 2" (1994) en un papel según muchos inspirado en el propio Miguel de Molina.




A parte de los ya mencionados entre los artistas que han interpretado esta magnífica canción con mayor o menor fortuna se encuentran Isabel Pantoja, Carmen Flores (por bulerías), Manolo Escobar, Imperio de Triana, Concha Márquez Piquer, Martirio (quién hizo una personalísima versión con cadencias de jazz al piano) o María José Santiago. En época más actual ha tenido acertadas adaptaciones en la garganta de Pasión Vega, Diana Navarro o Miguel de Poveda. Señalar también como rareza las versiones de dos artistas ajenos al mundo de la copla que se han visto atraídos por su magia ratificando su calidad musical, los insignes cantantes líricos Plácido Domingo y Montserrat Caballé que la grabaron en sendos discos dedicados a la copla y otros temas populares.



jueves, 28 de septiembre de 2017

Imperio Argentina... Artista y Estrella (1ª parte)





Su sonrisa fue y sigue siendo legendaria y en ella se haya escrita gran parte de la historia de nuestro cine. Desde su clamoroso descubrimiento en la versión muda de "La hermana San Sulpicio" (1927), realizada por su pygmalion y más tarde esposo Florian Rey, se convirtió en la estrella de mayor magnitud del panorama cinematográfico español, entendido a la manera en que el término se aplica a las mayores figuras internacionales. No solo llegó la primera sino que además fue la mejor. Todas las folklóricas y figuras musicales que hicieron carrera en el cine español le deben algo, en todas existe la necesidad de repetir su significado, en este sentido ha sido fuente de inspiración para muchas e icono de prestigio musical e interpretativo. Los títulos de su época dorada son los más versionados de la historia del cine folklórico español, intentando emular el impacto causado por su figura, aunque todos los intentos quedasen por debajo del original. Justo es decir que el empeño era difícil de alcanzar.




Magdalena Nile del Río nació en Buenos Aires (Argentina) el 26 de diciembre de 1910, hija del guitarrista Antonio Nile natural de Gibraltar y la malagueña Rosario del Río. Desde muy niña, contando apenas cuatro años, ya comenzaba a despuntar en ella el gusanillo del arte, aprovechando cualquier momento para cantar y bailar al son de los acordes de la guitarra de su padre. Viendo el talento apuntado por su hija, el señor Nile decidió darle una buena formación, haciéndole tomar lecciones de canto y baile. Según contaba la propia artista llegó a recibir clase de ballet de la mítica Pavlova en su país natal. Su debut profesional se produjo en el teatro de la Comedia bonaerense en 1916. La insigne Pastora Imperio ante quien la chiquilla bailó en una ocasión, la bautizó como "Petite Imperio", apelativo afrancesado a la moda de la época, siendo más tarde Don Jacinto Benavente quién le sugiriera cambiarlo por el definitivo, Imperio por la gran Pastora y Argentina por la genial artista Antonia Mercé "La Argentinita".




Anunciada ya como Imperio Argentina viajó a España presentándose en el madrileño teatro Calderón en 1923, pasando dos años más tarde al afamado Romea contratada por José Campua, uno de los mayores empresarios teatrales de la época. Fue en este local donde el director Florian Rey, que estaba buscando la protagonista para su próxima película "La hermana San Sulpicio", la vio quedando inmediatamente prendado de sus facultades y físico, proponiéndole una prueba cinematográfica. Tras someterse a unas pruebas de cámara para valorar su fotogenia, fue contratada por la astronómica cifra de veintisiete mil pesetas de 1927, cantidad más que considerable en aquellos años. La película se convirtió en un enorme éxito de crítica y público catapultando a Imperio de la noche a la mañana al estrellato cinematográfico. Irónicamente un año antes, el director Benito Perojo le había sometido a unas pruebas para su película "Malvaloca" (1926) siendo rechazada de pleno. Contemplando el triunfo obtenido por la artista poco tiempo después, es de suponer que el realizador madrileño se arrepintiese enormemente de no haber ofrecido a aquella chiquilla casi desconocida la oportunidad de debutar a sus órdenes.




Florian le dirige de nuevo en su siguiente título "Los claveles de la virgen" (1928), al parecer el realizador quedó prendado por la artista y la mujer desde su primera colaboración juntos. Al igual que en el caso de "La hermana San Sulpicio" han desaparecido todos los originales de esta película, conservándose hoy tan solo unos pocos minutos en la Filmoteca. "Corazones sin rumbo" (1928) dirigida por Perojo sería su último filme mudo, con el advenimiento del sonoro la estrella potenciaría al máximo su atractivo usando en la pantalla sus excepcionales dotes como cantante e interprete... (continuará)


miércoles, 27 de septiembre de 2017

Curiosidades y Rarezas... "Los piconeros" con acento alemán



Durante muchos años una de las rarezas más buscadas por los coleccionistas de cine y canción española fue está versión alemana de "Carmen, la de Triana" (1938) titulada en alemán "Andalusische Nächte" (Noches andaluzas) (1938), rodada por Imperio Argentina en Berlín durante los años de la guerra civil española. El estallido de la guerra coge a Imperio y su marido, el director Florian Rey en París inmersos en la preproducción de su siguiente proyecto "La casta Susana", película que nunca llegaría a realizarse al no llegar la financiación de Cifesa para llevarse a cabo. Así las cosas y ante la imposibilidad de regresar a España, la pareja toma el barco rumbo a Cuba donde Imperio es contratada para cantar en la Habana. Es allí donde reciben la oferta de trabajar en los estudios alemanes de la UFA, los mejor dotados de Europa en la época. El proyecto les resulta interesante y parten a Alemania invitados por el mismísimo Goebbels, ministro de propaganda nazi.


El período de trabajo de Imperio y Florian en la Alemania nazi, siempre fue una etapa muy controvertida en la carrera de ambos artistas y trajo no pocos quebraderos de cabeza a la artista en el futuro, llegando a ser acusada de ser la amante de Hitler. Lo único cierto, según contaba la propia Imperio, es que tuvo una única entrevista con el Führer, en la cual ella se aprendió un pequeño saludo en alemán a lo que Hitler correspondió sorprendido pensando que la estrella hablaba la lengua germana. Parece ser que Hitler era un gran admirador de Imperio y le comentó que había visto en varias ocasiones "Nobleza Baturra" (1935), una de sus películas más populares, sugiriéndole que podía rodar una película sobre "Lola Montes", la amante del Rey Luis de Baviera pero adaptada al clima político de la Alemania del momento, a lo que tanto Florian como Imperio se negaron, ofreciendo rodar en cambio una versión de la Carmen de Prosper Mérimée que sería el germen de "Carmen, la de Triana".


Preparando la película los alemanes ofrecen a la estrella española rodar una versión en alemán, lo cual es para Imperio un reto interesante para el que se encierra durante tres meses con una profesora nativa logrando superar el reto de forma eficaz. Hoy día no deja de resultar entre sorprendente y delicioso escuchar a la artista entonar zambras y bulerías en esta lengua. En cualquier caso el resultado nos habla una vez más del formidable talento de una artista única, que siempre se interesó por evolucionar en su profesión ofreciendo lo mejor de si misma en cada actuación.


La aventura alemana de Imperio y Florián terminó con el rodaje de un segundo y anodino título "La canción de Aixa" (1939), escapando ambos de Berlín tras vivir la terrible experiencia de "la noche de los cristales rotos", en la que dio inicio un reinado de terror lamentablemente famoso, que concluiría con la derrota alemana en la segunda guerra mundial. Años de triste recuerdo que se intentaban remontar con la música y canciones como bálsamo contra el hambre y las cartillas de racionamiento.








martes, 26 de septiembre de 2017

Concha Piquer... Fué en Nueva York... (2ª Parte)





Al llegar a la capital de los rascacielos, donde se iban a dar unas representaciones de "El gato montés", Conchita aburrida se puso a canturrear por los pasillos del Park Theatre. Al escucharla el empresario del local John Cort, quedó prendado de la gracia y voz de aquella mocosa exigiendo al maestro Penella que la incluyese en la representación del día siguiente. El compositor se opuso alegando que aquello era imposible ya que la obra iba a ser representada íntegramente en inglés y Conchita no tenía ningún conocimiento de aquel idioma. Sin embargo ante la insistencia del empresario americano, Penella compuso a toda prisa un pregón en castellano para que la artista lo cantase durante la representación de su ópera. Al día siguiente Conchita salió al escenario del Park Theatre vestida de chiquillo con unos pantalones del maestro cantando "El florero", con tal éxito que tuvo que repetir el número seis veces ante el entusiasmo del público que asistía a la representación. La crítica a la mañana siguiente al desconocer el nombre de aquel "muchacho" que había armado tal revuelo y no aparecía acreditado en los programas, se refirió a ella como "The flower´s boy" (el chico de las flores).




Tras aquel inesperado golpe de suerte Conchita no se movió ya de Nueva York, abandonando la idea de la gira mexicana. Los hermanos Schubert, dos de los empresarios más importantes de aquella época, la contrataron para cantar en el Winter Garden donde permaneció más de un año con "El florero". Los mismos empresarios le ofrecieron participar en varios espectáculos donde compartiría cartel con artistas de la talla de Al Jolson, Eddie Cantor o Jeanette McDonald, figuras míticas del music hall americano, llegando a cobrar la astronómica cifra de dos mil quinientos dólares semanales, cantidad considerable para una estrella incipiente.




Por aquellos años firma un contrato con la Columbia americana, con quien realiza sus primeras grabaciones discográficas consistentes en algunas canciones populares como "Amapola", su éxito "El florero" y algunos números regalo del maestro Penella como "En tierra extraña", basada en una anécdota real acontecida a ambos durante una nochebuena neoyorkina, y especialmente "La Maredeueta" canción que contaba la historia de amor entre un escultor y la musa que le inspira nada menos que la imagen de "La Virgen de los Desamparados", patrona de Valencia tierra natal de ambos artistas. Por entonces Penella se había convertido en su protector y amante, el primer romance en la vida de Conchita, quién se entregó a esta aventura en agradecimiento al hombre que confió en ella y la encumbró como artista.




También en aquella época se da una circunstancia importante, casi desconocida hasta hace poco tiempo. Durante su estancia neoyorkina llamó la atención de Alexander Lee De Forest, pionero en el sistema de grabación de películas sonoras Phonofilm, quién en 1923 registro su voz e imagen en una película corta de 11 minutos descubierta recientemente en la Biblioteca del Congreso Americano. Esta cinta podría ser uno de los primeros documentos de cine sonoro de la historia, cuatro años antes del célebre "Cantor de Jazz" (1927), convirtiéndose Conchita en la protagonista de la primera película hablada en español. En este corto la artista con solo 15 años se mueve con desparpajo cantando y bailando el fado "Ainda mais", el pasodoble "Niña de que te las das" y un cuplé, además de representar una pequeña escena hablada en la que aparece caracterizada como ruda aragonesa. Una pequeña joya recuperada para la posteridad.




De estos años son también las famosas imágenes que la inmortalizan prácticamente desnuda frente al objetivo de fotógrafo Mr. Murray como parte de la promoción de uno de sus espectáculos. En ellas una desinhibida Conchita juega con su juvenil desnudez cubriéndose tan solo un tímido mantón y las trasparencia de una moderna negligee.




En 1927 llegan noticias de España que hablan de la delicada salud de una de sus hermanas, haciendo que la artista y su madre den por finalizada su aventura americana y hagan el equipaje rumbo a nuestro país... (continuará)

lunes, 25 de septiembre de 2017

La verbena de la Paloma (1935) la obra cumbre de Benito Perojo





En los años inmediatamente anteriores a la guerra civil, durante la segunda república, la industria cinematográfica española alcanzó las cotas más altas de entretenimiento conseguidas hasta entonces, dando a nuestro cine entidad propia. La productora cinematográfica Cifesa, empresa valenciana fundada por Vicente Casanova, había iniciado su andadura a principios de los años 30 con la aspiración de convertirse en una réplica del modelo de estudio americano, creando un Star System a la española basado en la contratación de las estrellas más populares de aquellos años e incluyendo en su nómina a la práctica totalidad de técnicos y operadores con los que contaba el incipiente sistema español. El enorme éxito de distintas cintas de carácter popular, especialmente las protagonizadas por Imperio Argentina, la mayor estrella del momento, colocaron la industria de cine española a la cabeza del mercado hispano parlante.




 En esa línea de cine popular, dotado de una dignísima calidad y sabiduría cinematográfica, Perojo aborda la realización de una de las zarzuelas más populares del repertorio castizo, "La verbena de la Paloma". Desde el periodo del mudo la zarzuela, como parte de la tradición escénica de nuestro país, fue fuente de inspiración para productores y directores, que adaptaron aún sin música títulos tan populares como "Maruxa", "La Revoltosa" o "Gigantes y cabezudos". De hecho "La verbena de la Paloma" tuvo una primera versión en 1921 dirigida por José Buchs conociendo ya por entonces un gran éxito, y en la que el posteriormente famoso director Florián Rey interpretaba el papel de Julián, protagonista masculino de la obra.




 Se hacia inevitable que con el advenimiento del sonoro la producción musical española se viese inundada de títulos zarzueleros. Así vieron la luz "Carceleras" (1932), primer filme español completamente "hablado y cantado" como se anunciaba por entonces, "Doña Francisquita" (1934), "La reina mora" (1936), "La Dolorosa" (1934) o "El gato montés" (1936), entre otras. Pero sin duda alguna la más popular de todas fue esta "Verbena" de Perojo producida por Cifesa y protagonizada por un elenco de estrellas muy populares en su tiempo.




La obra fue concebida como una de las mayores producciones rodadas hasta ese momento, le llamaron la película del millón de pesetas, cifra desorbitada para los años 30 del pasado siglo. Da idea de ellos los espectaculares decorados construidos en los estudios Cea de Ciudad Lineal, que reproducían todo el sabor del Madrid castizo en el que se desarrolla la historia. Hubo incluso una escena, perdida hoy día, que en el original fue rodada en Technicolor. El filme de Perojo es sin lugar a dudas de una calidad brillante y en él se observa una evolución técnica y artística que el cine español venía desarrollando desde unos años atrás. La cámara se mueve con soltura sorteando las limitaciones del primitivo sistema de sonido que limitaba la movilidad, consiguiendo una obra que conserva toda la esencia del original escénico, sin dejarse influir por su procedencia teatral. Para la escena de las famosas seguidillas "Por ser la Virgen de la Paloma" se construyo una calle de más de 500 metros por las que circulaba un tranvía tirado por caballos en el que estos avanzaban al son de la popular música de Bretón, en un alarde de montaje que anticipa el ritmo magnífico que marcó el tono de la película. El estreno de la cinta se cuenta como uno de los mayores éxitos del periodo republicano y uno de los primeros y casi únicos filmes auténticamente musicales rodados en nuestro país, dando modernidad a un tema clásico. Todos los números se insertan con tal acierto que consiguen dar una continuidad al relato, sin interrumpir en ningún momento la historia, como solía ocurrir en este tipo de filmes. El director huye conscientemente del teatro filmado, poniendo todo su conocimiento cinematográfico al servicio del filme, sacando todo el partido que puede de los medios técnicos de los que disponía, logrando una adaptación brillante y personalísima, llena de aciertos, narrada en un lenguaje esencialmente cinematógrafo. Un título merecidamente reivindicado, imprescindible para entender la historia y evolución de nuestro Cine.




 En el éxito del filme influyó de manera decisiva su sensacional reparto, en el que figuran algunas algunas de las estrellas más populares de la época. Al frente de todos ellos el cómico Miguel Ligero, un habitual en el cine de Perojo, como el boticario Don Hilarión, que se convertiría en adelante en una de sus especialidades tanto en cine como en teatro. El echo de que en una de las más célebres grabaciones discográficas de esta zarzuela el cómico madrileño fuese elegido para interpretar este rol, da una idea de la identificación que se produjo entre el actor y el personaje. Siendo en adelante uno de sus papeles más recordados. La castiza Susana es interpretada por la estupenda Raquel Rodrigo, conocida en su día como "la novía de España". Su agradable timbre de soprano y su belleza latina la hacían la interprete ideal de la multitud de comedias musicales y zarzuelas rodadas durante esos años. Su estrella brilló muy alto aunque tras la guerra civil su carrera fue perdiendo interés hasta caer prácticamente en el olvido. Hoy en día su fama sobrevive principalmente por su participación en este filme. El galán Roberto Rey, se luce como el celoso y apasionado Julián, cuya apostura y agradable voz de barítono, le convirtieron en el acompañante ideal de lindas y canoras damas de los años 30, desde Antoñita Colomé a Estrellita Castro. La tiple Selica Pérez Carpio, figura mítica del teatro lírico español, integrante del famoso Teatro de Apolo cuna del género chico, aparece como la Señá Rita mostrando una gran soltura en la pantalla a pesar de ser una actriz esencialmente teatral. El reparto se completa con la característica Dolores Cortés como la Tía Antonia, la simpática Charito Leonís como Casta y Rafael Calvo como El Tabernero. Todos ellos sensacionales.








La película conoció un remake en 1963, el tercero, dirigido por José Luis Sáenz de Heredia, que si bien realizó una obra muy personal, intentando adaptar el espíritu del original a los nuevos tiempos, estuvo muy por debajo de su predecesora en cuanto a ritmo y calidad. La película fue protagonizada por Concha Velasco y Vicente Parra como Susana y Julián y de nuevo Miguel Ligero en su sempiterno personaje de boticario chocho y enamoradizo.


domingo, 24 de septiembre de 2017

Cine y Zarzuela






Prácticamente desde sus orígenes el cine español mostró especial predilección por la adaptación de obras del teatro musical por excelencia en nuestro país, la zarzuela. De este modo ya en la etapa silente, pioneros de la producción española como José Buchs o Florián Rey entre otros plasmaron algunos de los títulos más conocidos del género como "La verbena de la Paloma" (1921), "Maruxa" (1923), "Curro Vargas" (1923), "La Revoltosa" (1924) o "Gigantes y Cabezudos" (1925). A pesar de verse privadas de su principal atractivo, la música, todas ellas tuvieron en su momento una buena acogida comercial, lo que indica lo enraizada que estaba la zarzuela en la cultura popular. El público que conocía las obras al dedillo por haberlas visto representadas en teatro, sentía interés por verlas retratadas en el cinematógrafo aunque sus imágenes carecieran de sonido y se vieran privados del hechizo de sus cantables.




Con tan favorables antecedentes se hacía inevitable que con la llegada del sonido los productores y profesionales españoles siguieran el camino marcado durante el período mudo, puesto que ahora tendrían la posibilidad de mostrar las obras en todo su esplendor. Así las cosas el primer filme completamente hablado en nuestro país fue la adaptación de la zarzuela "Carceleras" dirigida en 1932 por el incansable José Buchs, que ya había realizado una versión muda del mismo asunto diez años atrás. El éxito del cine musical en estos primeros años del sonoro es aplastante, por lo que junto a la producción de títulos folklóricos de ambiente principalmente andaluz, proliferan las adaptaciones zarzueleras de obras tan conocidas como "La Dolorosa" (1934), "Doña Francisquita" (1934), "La reina mora" (1936) o de nuevo "La verbena de la Paloma" (1935), la mejor adaptación hasta el momento llevada a la pantalla debida al genio brillante de Benito Perojo y una de las mayores producciones salidas de los estudios nacionales hasta entonces. En estos años del período republicano el éxito de estas películas no se limita al mercado ibérico, todos estos títulos corren singular fortuna comercial al ser proyectadas al otro lado del Atlántico en los países de habla hispana, situando la industria española en uno de sus momentos de mayor esplendor.




El estallido de la guerra civil, obliga a la mayor parte de los profesionales del cine a viajar fuera de nuestro país para continuar rodando, principalmente a Italia y Alemania. Durante esta etapa se siguen produciendo títulos como "Bohemios" (1937) de Francisco Elías o una aproximación de la ópera Beaumarchais "El barbero de Sevilla" (1938) dirigida por Perojo en Berlín, con algunas de las principales estrellas del cine español del momento.




Tras la contienda la producción española se reanuda con especial relevancia de títulos de entretenimiento que hicieran al pueblo evadirse de la dura realidad cotidiana, en este contexto proliferan títulos musicales, entre los que no pueden faltar las adaptaciones de zarzuelas,"El rey que rabió" (1939), "Gloria del Moncayo" (1940) versión de "Los de Aragón" del maestro Serrano, "Sucedió en Damasco" trasunto de "El asombro de Damasco" de Pablo Luna o la nueva versión de "La Revoltosa" protagonizada por Tony Leblanc y Carmen Sevilla en 1949 son algunos títulos rodados durante estos años.




En la década de los 50 se ruedan entre otras una versión en color de "Doña Francisquita" (1952) y varios filmes que si bien no se basan en ninguna obra concreta, presentan una antología de los números más populares del género chico, entre estos títulos se cuentan "Teatro Apolo"(1950), "De Madrid al Cielo" (1951) ambos de Rafael Gil, "La danza del corazón" y "Música de Ayer", película pensada para el lucimiento de la excelente soprano Ana María Olaria.




Los años 60 son testigo de profundos cambios sociales y culturales. El auge de la música pop y las corrientes musicales sajonas, desplazan a los ritmos y temas clásicos españoles, sin embargo los productores siguen confiando en el tirón comercial de la zarzuela, intentando eso sí realizar adaptaciones con un aire más moderno. En esta línea José Luis Sáenz de Heredia dirige una nueva versión de "La verbena de la Paloma" (1963) con Conchita Velasco y Vicente Parra a la cabeza y un soberbio reparto de actores cómicos que convierten el filme en un gran éxito. En 1964 le toca de nuevo el turno a "La Revoltosa" (1964), la obra que más veces ha sido llevada a la pantalla. Lo haría de nuevo en 1969 dirigida por Juan de Orduña dentro de la serie de zarzuelas encargadas al director por televisión española, cuyo éxito hizo que fueran estrenadas en pantalla grande, además de la ya citada, "El Caserio" (1969), "La canción del olvido" (1968), "Las golondrinas" (1967), "Bohemios" (1967), "Maruxa" (1968) y "El Huésped del sevillano" (1970).







Esta serie se convierte en el "canto del cisne" de la zarzuela en la pantalla. Los nuevos tiempos y loa elevados costes de estas producciones, limitan las representaciones zarzueleras a su ámbito natural, la escena, donde sigue gozando del favor del público, si bien es cierto que alimentándose de un repertorio clásico, con poca cabida para estrenos de relieve.




No podemos olvidar en este recorrido por la zarzuela cinematográfica la última traslación del género a la pantalla hasta el momento, "La Corte de Faraón" dirigida en 1985 por José Luis García Sánchez. En este caso el director usa la representación de la popular obra para realizar una divertida y feroz crítica de la España franquista de postguerra y la censura, haciendo que la partitura del maestro Lleó sirva a los intereses del argumento, a pesar de que los herederos del compositor pusieron como condición la escenificación completa de la obra a la hora de ceder los derechos cinematográficos. El filme se apoyaba en un fantástico guion de Rafael Azcona que incorporaba a la perfección al tiempo la gracia pegadiza de la música con el mundo de racionamiento, desigualdad social y pícara supervivencia de la época en que se ambienta. Una obra redonda.

sábado, 23 de septiembre de 2017

Concha Piquer... La Emperatriz de la Copla (1ª parte)



Reina indiscutible de la Copla, esta valenciana de voz cristalina y poderosa personalidad supo cantar y contar como nadie aquellas creaciones de Quintero, León y Quiroga que retrataban hembras bravías, apasionadas, románticas y un tanto masoquistas que llenaron la vida y canciones de toda una época. Su galería de coplas inmortales es interminable... "Ojos verdes", "Tatuaje", "La Lirio", "La Parrala", "La Ruiseñora", "Romance de la otra" y un largísimo etc. Todas ellas cantadas y vividas por una artista insuperable.

Sin duda alguna es la voz femenina más representativa de la Copla y la artista que dignificó el género sacándolo de los teatros de variedades y cafetines, a la par que sentaba muchas de sus bases musicales... El fraseo, la precisión en el decir, la contención dramática, la elegancia en la puesta en escena, dando entidad singular a cada una de sus creaciones, como si se tratase de representaciones de tres minutos de duración, ya que además de una gran cantante, era una formidable actriz capaz de trasmitir desde las pasiones más intensas a los sentimientos más sencillos. Solo esto serviría para definir su enorme talento y profesionalidad, pero además sabía sacar un extraordinario partido de una voz no demasiado voluminosa, modulando cada nota, mimando cada letra, interpretando cada canción con la fuerza de un drama o comedia único dentro de una trama mayor. El propio maestro Quiroga, uno de sus mentores, refería que Concha solo poseía un registro de una octava, aunque la artista hacía un magnífico uso del mismo, conocedora de lo limitado de sus agudos ponía toda la fuerza de su interpretación en unos centros poderosos y en unos "pianos" llenos de delicadeza y sensibilidad.





Para cimentar su leyenda contó con la inestimable ayuda de los mejores autores del género que le entregaron el legado de mayor calidad de la canción española, cientos de temas que han permanecido inmutables en su fuerza y belleza poética hasta nuestros días, conformando la memoria y herencia cultural de una parte de nuestra historia. La Piquer es, sin duda, no solo uno de los pilares de la Copla, sino la columna vertebral para conocer y entender el género, el ejemplo más egregio de calidad y sabiduría musical. Su oportuna retirada a finales de los años cincuenta del pasado siglo, en pleno éxito, evitó que jamás contemplásemos su fantasma paseando por los escenarios mermado por el paso del tiempo, dejando el recuerdo vivo de la artista siempre plena de facultades que traspasaba el corazón con sus canciones.





Concepción Piquer López nació en la capital del Turia el 8 de diciembre de 1908. Hija de un matrimonio muy humilde cuyos cuatro anteriores hijos habían fallecido a corta edad, por lo que el nacimiento de la chiquilla sembró a la familia de temores. Existe una anécdota que relata como la pequeña con solo cuatro años, entonó su primera canción a modo de compasiva nana con su hermanito, que había nacido prematuro, muerto entre los brazos. Cierta o no la anécdota relata la determinación y férreo carácter de la niña que a los once años, llevada de la difícil situación económica en que se encontraba su familia tras la muerte de su padre, se presentó en el valenciano teatro Sogueros pidiendo hablar con el empresario con la intención de que la dejasen cantar en aquel local. Ante la osadía y desparpajo de la muchacha el dueño del teatro, después de escucharla, acabó por dejarle cantar en la matinée del domingo con tal fortuna que posteriormente fue contratada por el empresario del Apolo valenciano, para pasar tras una gira por varios pueblos de la provincia al Kursal, donde se encontró con su destino en la persona del maestro Penella.





Manuel Penella, era ya por entonces un músico muy famoso, reconocido autor de zarzuelas tan populares como "Don Gil de Alcalá" y "El gato montés". Al oír cantar a Conchita quedó tan impresionado que pidió permiso a su madre para llevársela con él a México, donde estaba a punto de iniciar una gira americana con "El gato montés", con el fin de pulir el talento y modales de la muchacha, cuidándose de su educación artística y docente, ya que a los trece años Conchita era una chiquilla prácticamente analfabeta que no sabía leer ni escribir y solo hablaba valenciano. La madre de la niña accedió con la condición de acompañar a su hija en todo momento. De este modo a finales del verano de 1922 Conchita y su madre tomaron el barco rumbo a México con el maestro, haciendo escala en Nueva York... (continuará)