jueves, 3 de marzo de 2022

"Congreso en Sevilla" (1955) Antonio Román

 


En muchos sentidos esta película se presentó como un intento de renovación tanto en la carrera de su protagonista, como en la del realizador de la misma. Para Antonio Román “Congreso en Sevilla” sería su primera inmersión en el terreno de la comedia, un género que había tocado de soslayo en algunos títulos pero que no había abordado de forma directa. En cuanto a Carmen Sevilla supondría un cambio de imagen física e interpretativamente hablando que marcaría una nueva etapa en sus siguientes proyectos cinematográficos. Con el fin de modernizar su físico, aparecería con la melena corta peinada con una permanente muy al estilo de las “vecinitas de enfrente” del cine americano, evolucionando la imagen folclórica al uso y dándole una mayor frescura y cierto aire cosmopolita. Lo mismo podría decirse de su interpretación, mucho más moderna y dinámica que en sus películas de ambiente andaluz. Carmen era por entonces la estrella más popular de nuestra cinematografía, lo que le daba al filme una proyección comercial que Román supo aprovechar magníficamente.


Fernando Fernán Gómez, experto actor de comedia, daría la réplica a la sevillana, creando una extraña pareja que encajó a las mil maravillas. El físico desgarbado y poco atractivo de Fernando fue el contrapunto ideal a la exultante belleza y frescura de Carmen, dos personalidades opuestas que encajaron en este juego de equívocos de forma excelente. Él representaba a un sesudo profesor sueco y ella a una española emigrada en este país que en su deseo de volver a España se hace pasar por una doctora de la universidad de Estocolmo, suplantando a una colega de Fernán Gómez. Este, al corriente del engaño, aprovecha la situación para hacerse pasar por su esposo y conseguir el amor de la bella española, quién tras una serie de tira y afloja cae rendida en sus brazos. Un argumento sencillo y eficaz, basado en una obra de José María Pemán, que entretiene y convence gracias a la sabiduría cinematográfica de Román y a la divertida intervención de todo el reparto.


El filme se rodó en régimen de coproducción con Suecia, que aportaría a la actriz Katie Rolfsen como la Dra. Petersen, la sesuda científica a quién suplanta el personaje de Carmen Sevilla. Un excelente plantel de actores de comedia encabezados por Manolo Morán y Pepe Isbert completarían un reparto que incluye a Manolo Gómez Bur, Gustavo Re, Carlos Casaravilla, Anibal Vela, Fernando Nogueras y Nicolás D. Perchicot entre otros. Especialmente divertido es el papel de Pepe Isbert, como el sordo y despistado industrial que se cuela por error en el congreso pensando que está en otra ciudad y que al enterarse de su error exclama. “¡A que va resultar que tampoco estamos en Palencia!”, el actor borda un personaje que solo él podía interpretar con esa naturalidad y convicción. Hay partes del argumento que recuerdan lejanamente a la célebre “Bola de fuego” de Howard Hawks, especialmente en las escenas en las que los aburridos doctores invitados al congreso de medicina celebrado en Sevilla, se dejan seducir por la belleza y espontaneidad de la protagonista, que los lleva y trae a voluntad sosteniendo el engaño con sus armas femeninas.



La cuidada fotografía corresponde a Cecilio Paniagua y la música de Juan Quintero, que incluye dos coplas cantadas por Carmen Sevilla con su habitual encanto y gracia, que contribuyen al atractivo de la cinta y su personaje. Las escenas iniciales de la cinta fueron rodadas en Estocolmo, donde se desplazó parte del equipo español soportando las condiciones del duro invierno sueco, según recordaba la propia Carmen Sevilla a Fernando Méndez Leite en el programa “La noche del cine español” (1984) dedicado a la carrera de la actriz y cantante. La cinta tuvo una buena acogida comercial, siendo premiada con 100.000 pesetas por el Sindicato Nacional del Espectáculo en la edición del año 1955, así como el premio de mejor realizador para Antonio Román, dando un nuevo impulso a la carrera del director que se encontraba por entonces algo estancada. Se cuenta entre las primeras coproducciones que venderían una imagen amable de nuestro país, ensalzando el sol y el carácter acogedor y alegre de los españoles en contraste con la frialdad y practicidad del carácter sueco, promocionándolo como un apetecible destino turístico, como parte del tímido aperturismo que por entonces el régimen franquista quería promover y que alcanzaría su apogeo en los siguientes años.




No hay comentarios:

Publicar un comentario