lunes, 1 de julio de 2019

Lola Flores... Matrimonio y años 60 (5ª parte)



Al alba del 27 de Octubre de 1957 Lola contrae matrimonio en la Basílica Real del Monasterio de El Escorial con Antonio González "El pescailla". La boda fue un asunto un tanto tumultuoso ya que Antonio se encontraba casado por el rito gitano con la bailarina Dolores Amaya con la cual tenía una hija, la familia de Dolores pretendían impedir la unión por este motivo, lo que hizo que la ceremonia se oficiase prácticamente en secreto a las siete de la mañana. Los padrinos serían el productor Cesáreo González y la amiga y comadre de la artista, la actriz y cantante Paquita Rico. Superados los iniciales temores la boda se convirtió en uno de los acontecimientos sociales del año, a la que acudieron toda clase de personalidades del mundo artístico y la vida española del momento.



Del brazo de su flamante esposo se lanzó a protagonizar una película tras otra, incluyendo a Antonio en los repartos como antaño había hecho con su hermana Carmen. En 1957 ambos protagonizaron junto al galán Gustavo Rojo la segunda versión de "María de la O" dirigida por Ramón Torrado. Además de la zambra titular, original de Estrellita Castro, Lola interpretaba temas históricos de la canción española, como las creaciones de Conchita Piquer "No te mires en el río", "Dime que me quieres", "Ya no te quiero" o "Herencia gitana", junto a números propios como el celebérrimo "Lerele", su primer éxito como artista, o la rumba "El cabrerillo" interpretada al alimón con Antonio. En 1958 la propia Lola se convertiría en productora de "Venta de Vargas", una historia centrada en la época de la invasión francesa, donde la estrella en su papel de ferviente patriota en pie de guerra contra los "gabachos" intentó ofrecer un recital melodramático, aunque dado lo pueril del argumento y las situaciones una vez más solo convenció en su interpretación de las coplas "No me llames Dolores", "Venta de Vargas", "Romance de Juan Limón", "Con el vito, vito" y el tanguillo "María Belén", una de sus creaciones más soberbias. En aquel mismo año el matrimonio volvió a aparecer en la coproducción mexicana "¡Échame a mí la culpa!" (1958) junto al cantante Miguel Aceves Mejía.



Dando un respiro a su incesante actividad cinematográfica, la pareja se presentó en el teatro Calderón con el espectáculo "Luna y guitarra", donde entre otros Lola estrena el divertido tanguillo "Catalina Fdez, la lotera", que la artista bordaba dando rienda suelta a una irresistible bis cómica. En aquellos años Lola ve cumplirse otro de sus sueños con el nacimiento de su primera hija, Lolita, que sería la primera de sus tres retoños. Tanto la primogénita, como sus hermanos Antonio y Rosario, se convertirían con el paso del tiempo en artistas de gran popularidad, cada uno en su estilo y una de las grandes pasiones de la estrella que a partir de entonces se convertiría en la matriarca de uno de los clanes más famosos de la vida española.



Volvió a ponerse ante las cámaras, esta vez sin su marido, para protagonizar junto a sus compañeras de profesión y amigas Carmen Sevilla y Paquita Rico el polémico "Balcón de la luna" (1962), dirigida por Luis Saslavsky. A falta de otros méritos consiguió arrebatar con una escalofriante creación de la zambra "A tu vera", que se alzó como el número más destacable de la película. Por lo demás las tres protagonistas naufragaban en medio de un guión ridículo, donde a fuerza de intentar lucirse esclavizaron la coherencia y fluidez de las secuencias musicales, exigiendo entre otras cosas identico número de planos. Aún así la película conserva un inevitable encanto "Kitsch", especialmente el schotis que reunía a las tres estrellas en clave chulapona "¡Ay, que calor!".



Incurriría de nuevo en dos lamentables experiencias mexicanas perfectamente olvidables en un momento en que el subgénero "gitanos y charros" estaba ya dando síntomas de agotamiento, tituladas "De color moreno" (1963) y "La gitana y el charro" (1964), ambas de nuevo junto a su marido. En la última de ellas aparecería brevemente la primera hija del matrimonio, una Lolita de seis años de edad. La mediocridad de estas producciones empieza a ser alarmante, sobre todo en un momento en el que la canción española empezaba a ser relegada por los nuevos ritmos que venían empujando con fuerza. La escasa relevancia de su filmografía pone de relieve la fuerza del talento artístico de Lola, cuya continuidad cinematográfica sería inexistente de no ser por su personalidad y temperamento como artista, cualidades que siempre se alzaron por encima de los débiles y en ocasiones execrables argumentos.



Haría gala de todo su poderío en el montaje de "La guapa de Cádiz" (1966) uno de sus espectáculos más celebrados, estrenado de nuevo en el Calderón, cuna de sus mayores éxitos teatrales. En una época difícil para la Copla debido al apogeo de la música pop, Lola puso en pie un montaje modélico en su género con el que triunfó por derecho obteniendo algunas de las mejores críticas de su carrera. Sin embargo era evidente que los gustos del público estaban cambiando, cada vez era más difícil amortizar los elevados costes de los espectáculos folklóricos, por otro lado el tipo de cine que representaba había quedado anticuado a los ojos de las nuevas generaciones, lo que hizo que sus apariciones en la pantalla se fueran espaciando. A pesar de todo, ella continuó con una incesante actividad artística en salas de fiesta y televisión, que se convertirían en adelante en refugio de los viejos mitos del folklore patrio.




En 1968 intervino en una coproducción Argentina prácticamente olvidada titulada "Aventura en Hong Kong" junto al cómico Luis Sandrini y un año más tarde logró hacer realidad el sueño de recibir el premio del Sindicato Nacional del Espectáculo a la mejor actriz por su interpretación en la comedia "Una señora estupenda" (1969) dirigida por Eugenio Martín, en el que Lola realizaría un auténtico recital típicamente "Flores" que sería sin duda lo mejor de la película... (continuará)



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