En los años 70 comienza a producirse una inevitable y necesaria transformación en la sociedad española, que trae consigo una disrupción con las fórmulas del pasado en un intento de salir del largo letargo al que el país había sido sometido durante una dictadura que estaba ya dando sus últimos estertores. Con la intención de adaptarse a las nuevas corrientes Lola hizo avances para obtener los papeles protagonistas de "No es bueno que el hombre esté solo" (1972) y "La noche de los cien pájaros" (1976), dos títulos que de algún modo venían representando un nuevo modo de hacer cine tanto en estética como en temática, sin embargo ambas películas fueron a parar a manos de su amiga Carmen Sevilla que estaba relanzando su carrera con un cambio de imagen decididamente atrevido. "La Faraona" se quejaba de no tener amigos en el cine que le ofreciesen buenos papeles como actriz, aunque es cierto que tanto su físico racial como su personalidad se encontraban menos cercanos que el de otras actrices de su generación a las necesidades de cambio del nuevo cine español, amen de que Lola era la máxima representante de un folklóre por aquel entonces equivocadamente obsoleto de cara a las nuevas generaciones. A falta de mejores oportunidades protagonizaría una comedia de enredos típica de aquellos años titulada "Casa Flora" (1972) dirigida por Ramón Fdez, donde rozó la genialidad en dos números inolvidables, el trabalenguas "Como me las maravillaría yo" y un alucinante tanguillo telefónico interpretado al alimón con una no menos genial Estrellita Castro, ya prácticamente retirada de toda actividad artística y que se alzaría como lo mejor de un filme simplemente discreto.
Con "El asesino no está solo" (1973) intentó de nuevo un cambio de imagen, que no interesó ni a crítica, ni a público, que huyó en desbandada de las salas donde se proyectó aquel título, del que su director Jesús García de Dueñas relegó alegando que la presencia de la artista le había sido impuesta por los productores de la cinta, retrasando posteriormente su estreno porque Lola había dejado de ser rentable en el cine. En adelante limitó sus intervenciones a galas en salas de fiesta y televisión confirmando que el poderío de su arte y la fuerza de su presencia en directo seguían intactos. A la par iniciaba una dura y ardua lucha contra un cáncer de mama que le había sido diagnosticado en 1972. Arropada siempre por su familia y amigos Lola dio lecciones de coraje y tesón arañando tiempo y ganando años a una enfermedad que la estaba minando por dentro sin que el gran público lo notase hasta el final.
Regresaría a las pantallas en 1983 con la película "Truhanes" (1983) de Miguel Hermoso, parece ser que por recomendación de su amigo Paco Rabal protagonista del filme. En ella pudo Lola dar por fin la medida de su talento como actriz, al que tanto se había referido a lo largo de los años sin que ningún productor hiciera demasiado caso. Reafirmo sus posibilidades en este sentido con su intervención en "Los invitados" (1985) de Víctor Barrera, donde la artista ofrecía una interpretación llena de fuerza, desprovista de todo glamour, demostrando que las quejas esgrimidas a lo largo de su carrera sobre el desaprovechamiento de sus facultades dramáticas no eran tan descabelladas como muchos hubieran podido pensar y que ella confirmó en su personaje de la serie televisiva "Juncal" (1989) de nuevo junto a Paco Rabal como el torero buscavidas del título. Entre ambos títulos participó en el bodrio "Juana, la loca... de vez en cuando" (1983), película alimenticia completamente olvidable por más que en personaje de Isabel la Católica Lola diera todo un recital de ironía y cómplice comicidad con su público de siempre.
En 1987 protagonizó un sonado escándalo al ser demandada por Hacienda por la cantidad de cuatrocientos millones de pesetas por fraude fiscal. España entera asistió al insólito juicio de uno de sus ídolos nacionales a la par que la prensa sensacionalista se cebaba en presentar todos los aspectos de esta condena ejemplar. Finalmente Lola fue sancionada con una multa de cincuenta y dos millones y el reintegro de los impuestos no declarados durante los años 1981 a 1985. A a par que se la sometía a un injusto escarnio público con el cual se pretendía concienciar a la población de la necesidad de cumplir con sus obligaciones fiscales, surgieron los primeros homenajes a la "Lola eterna. El más sonado sería el que se le tributó en la ciudad de Miami en 1990 donde participó una representación de lo más granado de los artistas hispanos del momento, Raphael, Julio Iglesias, Rocío Jurado, "El Puma", Olga Guillot y Celia Cruz entre otros, además de la familia Flores al completo.
Su última aparición en el cine español se produjo en 1992 con el documental de Carlos Saura "Sevillanas", en la que aparecía ya en calidad de mito viviente imprimiendo un magnetismo escalofriante a su baile, confirmando que como artista nunca de dejó de sorprender y dar lo mejor de sí misma. Una vez más la televisión le ofreció un lugar en el afecto del público al ser contratada por Antena 3 y Televisión española para sendos programas junto a su hija Lolita, "Sabor a Lolas" (1992) y "¡Ay, Lola, Lolita, Lola!" (1995) que supondría su última aparición ante las cámaras, donde una Lola desgastada y cansada aún daba lecciones de vitalidad presentando resistencia a la enfermedad que terminaría con su vida.
Apenas dos semanas después de rodar su último programa moría en su casa de la madrileña urbanización de La Moraleja "El Lerele", un 16 de Mayo de 1995. Su muerte causó gran conmoción y fue motivo de duelo nacional. El país entero se vistió de luto ante la desaparición de uno de sus mitos. Por la capilla ardiente expuesta en el teatro Colón de Madrid desfiló todo un cortejo de personajes públicos y artistas de antes y después, ya que Lola era un personaje muy querido por las nuevas generaciones para las que siempre tenía el consejo en los labios como un arma apunto. Mientras, en la calle, las colas de admiradores y curiosos en general se hacían interminables, como postrer homenaje del pueblo a su "Lola de España", reflejo de las virtudes y defectos de una época superada.
Dejó como testimonio una serie de televisión de carácter autobiográfico, rodada unos meses antes de su fallecimiento por Luis Sanz, uno de sus grandes amigos y representante durante muchos años. cuyo título "Coraje de Vivir" ha quedado como emblema de la personalidad y la fuerza de una artista irrepetible. Hoy día casi 25 años después de su muerte, Lola sigue siendo recordada como esa fuerza incombustible de la naturaleza que lleno con su baile y canciones la vida de un país que se quedó un poco más huérfano de arte e inspiración naturales con su partida, cualidades que le hicieron ingresar por derecho propio en el Olimpo de los inmortales.
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