jueves, 18 de julio de 2019

"El pescador de coplas" (1953) de Antonio del Amo


Este filme fue concebido como lanzamiento cinematográfico del “Divo de la canción española” Antonio Molina y como tal se anunció en los títulos de crédito y en la publicidad pagada de la cinta. Antonio Molina había debutado un año antes en el cine con un cortometraje titulado “El macetero” (1952) donde cantaba un pregón que sería uno de sus primeros éxitos, este tipo de cortos eran el medio empleado por entonces para ver como un artista daba en cámara y para medir sus posibilidades en la pantalla. En poco tiempo, en virtud de sus condiciones vocales y peculiar estilo, se convirtió en uno de los cantantes más populares de su tiempo y en una de las voces masculinas más importantes de la canción española, lo que propició su temprana traslación al cine. Con el fin de reforzar la parte interpretativa se rodeó al protagonista de un magnífico plantel de actores en medio de una historia amable pero eficaz, en la que se daba rienda suelta a todos los tópicos de este tipo de cine. Los exteriores de la película fueron rodados en San Lúcar de Barrameda (Cádiz).



La historia giraba en torno a una humilde familia de pescadores, los enredos amorosos de la hermana mayor interpretada con donaire por Marujita Díaz y el triunfo clamoroso de Molina como cantante en Madrid al final de la película. Tony Leblanc, Manuel Monroy, Manolo Zarzo y Vicente Parra, en una de sus primeras intervenciones en el cine, acompañan el arte y gracejo de la pareja protagonista, que se luce sobradamente interpretando una decena de canciones para deleite de sus seguidores. Si bien es cierto que en su primera aparición en la pantalla Antonio Molina se dedica poco menos que a mostrar las facultades de una voz privilegiada de imposibles falsetes, Marujita Díaz se muestra sumamente eficaz como actriz en uno de los mejores papeles de su primera etapa cinematográfica antes de convertirse en estrella y servirse espectáculos a su medida en ocasiones con poco criterio y dudoso gusto. Aquí le toca en suerte el mejor número de la película, unas bulerías en las que la cámara avanza la acción al compás del baile y la voz de la artista sevillana, en una escena auténticamente musical magníficamente filmada por Antonio del Amo, quién a pesar de que aceptó esta cinta como un mero trabajo de encargo y poca ilusión, consiguió convertirla en una pequeña joya costumbrista. Precisamente su falta de pretensiones es lo que coloca este filme por encima de otras producciones de mayor presupuesto y ambición, haciendo que tanto su parte cómica como musical funcionen trasmitiendo un dinamismo que hace se la siga viendo con simpatía. 



La escena final de la película en la que Molina entona un sentimental “Adiós a España” en el barco que le llevará a América, mientras multitud de barquitos pesqueros con el resto de protagonistas a bordo se despiden de él rodeando el trasatlántico, es antológica y ha quedado como uno de los mejores ejemplos de cine popular de la época. Esta escena tendría a la postre un trasfondo real para el protagonista, ya que dos días después de su rodaje Molina saldría rumbo a tierras americanas para realizar su primera gira por este Continente.
Con todos estos ingredientes la película estaba destinada a gustar… Y así fue, convirtiéndose en un importante éxito comercial, de manera especial en toda Andalucía donde se alzó como una de las cintas más populares de los años cincuenta. Vicente Parra contaba años después en una entrevista para televisión, que la copia de la cinta tenía que ser escoltada por la Guardia Civil de un pueblo a otro para evitar que el cine de turno se la quedase por más tiempo y pudiera pasar al siguiente lugar donde había sido contratada. El triunfo obtenido ofreció a Molina la posibilidad de desarrollar una breve pero interesante carrera en la pantalla.





No hay comentarios:

Publicar un comentario