domingo, 7 de julio de 2019

Coplas inmortales... "La Parrala" (Rafael de León, Xandro Valerio y Manuel Quiroga)


Estrenada por Concha Piquer dentro de su espectáculo “Gran Compañía de Arte Folclórico” en 1940, esta poderosa copla se convertiría con el tiempo en uno de los puntales de la Canción Española y del repertorio de la artista valenciana. Tanto es así que la Piquer pidió ser enterrada con el traje que lucía en la escenificación de dicha canción. Sin embargo el tema no cuajó inicialmente con tanta fuerza. Según relató la hija de la artista, Concha Márquez Piquer, en una entrevista concedida a Radio Olé tras la muerte de su madre, inicialmente ni la historia ni la música causaron especial interés en el público, que se mantuvo bastante frío en las primeras representaciones y sería la propia Concha, segura de las posibilidades de la canción, quién la iría matizando poco a poco hasta convertirla en uno de sus mayores éxitos.


El pasodoble es una dramatización de la historia de Dolores Parrales “La Parrala”, cantaora flamenca de finales del siglo XIX, nacida en Moguer y célebre en los cafés cantantes de su tiempo. Su facilidad para dominar distintos palos del cante grande, en especial las siguiriyas y soleares, la convirtió en maestra de otros célebres “cantaores”. Su fama fue tal que llegaría a actuar por toda España y en París de la mano de su esposo el guitarrista Paco el de Lucena, uno de los maestros de la guitarra andaluza. Su mito, unido a su al parecer fuerte personalidad, daría origen a la leyenda que se cuenta en la copla que hizo popular su nombre, aunque la veracidad de la historia no está documentada en ninguna fuente, por lo que se presume más producto de la imaginería popular que de la vida real. Sin duda su temperamento liberal y desinhibido para una mujer de su tiempo, que fuera ya reflejado en coplas en vida de la artista, sumado a su belleza, generó una admiración por la figura de Dolores que se tradujo en una serie de fábulas populares de los que bebería el moguerense Xandro Valerio para inspirarse en la letra de la canción, donde mezclaba quizás en aras de la rima, las personas de Dolores y su hermana Trinidad apodada así mismo “La Parrala”.


Como no podía ser de otro modo el cine daría cuenta de este tema, impulsado por el atractivo de su historia y la popularidad de la Copla que convertía a la artista en leyenda. Sería el madrileño Edgar Neville, amante y estudioso del cante jondo, quién la llevaría por primera vez a la pantalla en el cortometraje “La Parrala” (1941), con la actriz y cantante Maruja Tomás como protagonista interpretando el ya célebre pasodoble. El argumento del corto estaba firmado por Rafael de León y Xandro Valerio, autores de la letra del pasodoble titular que situaban la trama en el famoso Café de Silverio, cuna de grandes cantaores flamencos. Diez años después, en 1951, Concha Piquer interpretaría la canción en la producción argentina “Me casé con una estrella” dirigida por Luis César Amadori  y rodada en Buenos Aires en una de las prolongadas estancias de la cantante en la capital bonaerense. Aunque se trata de una cinta modesta, nos ofrece la oportunidad impagable de ver  a la artista poniendo en escena algunas de sus más célebres creaciones en su época de máximo esplendor, como esta que nos ocupa. En 1960 el director Carlos Serrano de Osma llevaría a cabo una biografía de “La Parrala” en “La Rosa Roja” con la figura y la voz de la extraordinaria Mikaela, en la que se intentaba dar luz al mito ahondando en la visión más romántica de la historia, en la que se mezclaban personajes reales e imaginarios.


En disco sería su creadora, Concha Piquer, la primera en registrarla el mismo año de su estreno, en 1940, pero como todas las coplas del repertorio clásico, este pasodoble ha tenido multitud de versiones en la voz de artistas muy diversos. Desde las realizadas por artistas del género como Dolores Abril, Marifé de Triana, Rocío Jurado, Angelillo, El Príncipe Gitano, Carlos Cano o Concha Márquez Piquer, hasta rarezas como la interpretada por la excelente cantante porteña Libertad Lamarque, quién la grabaría en un temprano 1942 en Buenos Aires, tan solo dos años después de estamparse en disco la versión original.
En época reciente esta copla ha sido cantada entre otros por el tonadillero Carlos Vargas e incluso por el cantautor Víctor Manuel, que llevo a cabo una personalísima interpretación del tema en el disco homenaje a la Copla “Tatuaje” editado en 1999. También el cantante flamenco Guillermo Cano grabó unas bellísimas “Alegrías de la Parrala” basadas en la popular canción, en las que se incluía el estribillo de este inmortal tema.



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