lunes, 21 de febrero de 2022

"Teresa de Jesús" (1961) Juan de Orduña

 


Esta película supuso el reencuentro de Orduña con Aurora Bautista, la actriz fetiche del realizador madrileño con quien había obtenido de los mayores éxitos de su trayectoria y de nuestro cine. Su última colaboración juntos se remontaba a una década, cuando rodaron para la marca Cifesa “Agustina de Aragón” (1950). Por aquel entonces Orduña quería seguir en la línea histórica de sus anteriores vehículos con la actriz, ofreciéndole su siguiente título “La Leona de Castilla” (1951), pero ésta deseaba salir del encorsetamiento del cartón piedra para realizar un cine de argumentos y pretensiones más cercanos a los nuevos tiempos, lo que haría que el fructífero tándem se rompiera. Curiosamente ambos retomaban su colaboración en un filme histórico con muchas reminiscencias de estilo y formato similares a los que les dieron popularidad, siendo este precisamente uno de los principales lastres de un filme que presentaba una factura muy anticuada para 1961.



El proyecto de realizar la vida de Teresa de Jesús se remontaba a 1948, cuando actriz y director habían obtenido el inesperado éxito de “Locura de amor”, situándoles a la cabeza de la industria cinematográfica española. Pero el proyecto se toparía con distintos problemas de censura, que harían fuese sufriendo distintos retrasos a lo largo de los años. Parece ser que el guion de Carlos Blanco que relataba la historia de como una muchacha de clase acomodada, con distintos pretendientes y decidido temperamento pasaba a convertirse en religiosa y gran reformadora de la orden Carmelita encontrando el camino de la santidad a través de un apasionado misticismo y amor a Dios, no fue del agrado de las autoridades eclesiásticas que consideraban que se la debía mostrar como una Santa desde el principio de la historia, ya que según su perspectiva los Santos habían nacido para serlo y no debía haber ningún tipo de duda a este respecto. También declaraban su temor sobre cómo se mostraba la vida monástica de la época, ya que por entonces los conventos eran lugares de pasatiempo social, donde las visitas a las religiosas se reflejaban con un esparcimiento poco canónico, precisamente esto llevaría a Teresa a crear la clausura buscando el recogimiento espiritual y servicio a Dios, lejos del mundanal ruido que era la tónica habitual de estos lugares en el siglo XVI. También se pusieron objeciones al tratamiento que se haría de la Inquisición, ya que temían podía dejar mal parada la imagen de la iglesia católica.



La Bautista, sin embargo, estaba entusiasmada con el guion de Carlos Blanco, ya que pensaba que le ofrecía grandes posibilidades como actriz, al poder realizar todo un proceso de transformación interna de seglar a religiosa consumida por una ferviente fe, y tanto ella como Orduña pelearon durante años la idea, llevando incluso la historia al Vaticano para obtener su visado. En Roma dieron el visto bueno al guion de Blanco, pero con las mismas la iglesia española diría que en esas condiciones no se daría permiso de rodaje a la película, como diría la propia actriz a Méndez Leite en “La noche del cine español” (1984), los censores eclesiásticos españoles serían “más papistas que el Papa”. En 1955 se habló de retomar la película en coproducción con Italia con Ingrid Bergman dando vida a la protagonista, ya que al parecer su esposo Roberto Rossellini se mostraba muy interesado en la historia, aunque finalmente este interesante avance tampoco vería la luz. Más tarde se dijo que Manuel Mur Oti dirigiría el filme con Ana Mariscal como Teresa de Ahumada, tanto actriz como realizador se mostraban encantados en la prensa especializada con el proyecto, que con otro guion de José Mª Pemán mucho más conservador que el primero había pasado finalmente la aprobación de los censores, pero por diferentes causas poco precisas también vería su inicio postergado, volviendo finalmente a manos de Orduña con la Bautista en su papel soñado, con un guion completamente diferente al inicial que mezclaba el borrador de José María Pemán con otro de Antonio Vich y Manuel Mur Oti.

A pesar de todo Orduña consiguió mantener parte del espíritu de la idea original en la primera parte de la película, aunque la vida seglar de Teresa es prácticamente anecdótica ocupando apenas diez minutos del total de los 130 de duración final del filme, si quedaron retazos del apasionado y resuelto carácter de la Santa y su férrea lucha contra la vanidad de la vida en los conventos de la época, así como el diálogo de éxtasis interno en su búsqueda del amor a Dios, que constituyen la parte más interesante de la película. El interés decae en su segunda parte, cuando se detalla la vida reformista de Teresa de Jesús, creando conventos de Carmelitas descalzas por toda España y su encontronazo con la Inquisición, que queda como un episodio bastante desdibujado resuelto por casi por intervención Divina, un recurso rutinario muy propio del cine religioso español de la época. A pesar de estos lastres, provocados en gran parte por imposiciones de la censura como ya se ha comentado, estamos ante una de las últimas realizaciones importantes de Orduña y su último éxito artístico y comercial como director, a pesar de que su cine distaba mucho de las inquietudes y la calidad de otras obras que estaban tomando ya el relevo del “viejo cine español”, lo que no evitó que la película fuese declarada la película de “Interés Nacional” en un año en que se estrenaron entre otros títulos tan definitivos como “Plácido” (1961) de Luis García Berlanga o “Viridiana” (1961) de Luis Buñuel, ambos premiados en distintos festivales internacionales.



Aurora Bautista se mostraría sin embargo desencantada con el resultado final, lamentando a lo largo del tiempo no haber podido dar vida al personaje que se mostraba en el guion original, que le hubiera permitido un mayor recorrido interpretativo por la personalidad de una figura tan importante y definitiva en la historia religiosa de nuestro país. Una mujer que inspirándose en el amor a Dios y su férrea voluntad de servicio espiritual se enfrentó a toda la sociedad política y eclesiástica de su tiempo, reformando la primitiva orden del Carmelo, obteniendo la santidad de manos de aquellos que denostaron su obra en el inicio. No obstante la actriz se muestra mucho más natural y contenida que en sus anteriores trabajos a las órdenes del realizador madrileño, consiguiendo una interpretación bastante loable a pesar de su tendencia a la declamación en algunos momentos. Su interpretación le valdría el premio a la mejor actriz del año de la revista Triunfo.



Con la absoluta presencia de la actriz vallisoletana a la cabeza el reparto del filme es impresionante y en él participa la práctica totalidad del cine español de su tiempo, véase sino la larga de lista de intérpretes conocidos… Alfredo Mayo como Francisco de Borja, Jesús Tordesillas como Fray Pedro de Alcántara, Roberto Camardiel como el Recuero, José Moreno como Gerónimo Gracián, Rafael Durán como el Capellán, Lina Yegros como Doña Guiomar, Eugenia Zuffoli como la madre priora, José Bodalo como el padre de Beceda, Manuel Dicenta como el Inquisidor, Félix Dafauce como Francisco de Salcedo, Jesús Puente como el Corregidor de Ávila, María Luz Galicia como la Princesa de Eboli, Roberto Rey como el padre de Teresa e incluso en un pequeño e insignificante papel de pastorcita aparece la posteriormente famosa Gracita Morales.



Con un coste superior a los siete millones de pesetas, la película se estrenó el 14 de Mayo de 1962, contando con el beneplácito general de la crítica y obteniendo una buena carrera comercial. Permanecería más de 70 días en los circuitos de exhibición, siendo superada esa temporada tan solo por “La Bella Lola” (1962) protagonizada por la estrella del momento, Sara Montiel. Aunque apenas contase con reconocimientos nacionales, ganaría un premio especial del Sindicato Nacional del Espectáculo de aquel año por “sus valores espirituales y morales”, aparte del premio a la mejor película Hispanoamericana en el festival de Acapulco.



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