"Teresa de Jesús" (1961) Juan de Orduña
Esta película supuso el reencuentro de Orduña con Aurora
Bautista, la actriz fetiche del realizador madrileño con quien había obtenido
de los mayores éxitos de su trayectoria y de nuestro cine. Su última
colaboración juntos se remontaba a una década, cuando rodaron para la marca
Cifesa “Agustina de Aragón” (1950). Por aquel entonces Orduña quería seguir en
la línea histórica de sus anteriores vehículos con la actriz, ofreciéndole su
siguiente título “La Leona de Castilla” (1951), pero ésta deseaba salir del
encorsetamiento del cartón piedra para realizar un cine de argumentos y
pretensiones más cercanos a los nuevos tiempos, lo que haría que el fructífero
tándem se rompiera. Curiosamente ambos retomaban su colaboración en un filme
histórico con muchas reminiscencias de estilo y formato similares a los que les
dieron popularidad, siendo este precisamente uno de los principales lastres de
un filme que presentaba una factura muy anticuada para 1961.
El proyecto de realizar la vida de Teresa de Jesús se
remontaba a 1948, cuando actriz y director habían obtenido el inesperado éxito
de “Locura de amor”, situándoles a la cabeza de la industria cinematográfica
española. Pero el proyecto se toparía con distintos problemas de censura, que
harían fuese sufriendo distintos retrasos a lo largo de los años. Parece ser
que el guion de Carlos Blanco que relataba la historia de como una muchacha de
clase acomodada, con distintos pretendientes y decidido temperamento pasaba a
convertirse en religiosa y gran reformadora de la orden Carmelita encontrando
el camino de la santidad a través de un apasionado misticismo y amor a Dios, no
fue del agrado de las autoridades eclesiásticas que consideraban que se la
debía mostrar como una Santa desde el principio de la historia, ya que según su
perspectiva los Santos habían nacido para serlo y no debía haber ningún tipo de
duda a este respecto. También declaraban su temor sobre cómo se mostraba la
vida monástica de la época, ya que por entonces los conventos eran lugares de
pasatiempo social, donde las visitas a las religiosas se reflejaban con un
esparcimiento poco canónico, precisamente esto llevaría a Teresa a crear la
clausura buscando el recogimiento espiritual y servicio a Dios, lejos del
mundanal ruido que era la tónica habitual de estos lugares en el siglo XVI.
También se pusieron objeciones al tratamiento que se haría de la Inquisición,
ya que temían podía dejar mal parada la imagen de la iglesia católica.
La Bautista, sin embargo, estaba entusiasmada con el guion
de Carlos Blanco, ya que pensaba que le ofrecía grandes posibilidades como
actriz, al poder realizar todo un proceso de transformación interna de seglar a
religiosa consumida por una ferviente fe, y tanto ella como Orduña pelearon
durante años la idea, llevando incluso la historia al Vaticano para obtener su
visado. En Roma dieron el visto bueno al guion de Blanco, pero con las mismas
la iglesia española diría que en esas condiciones no se daría permiso de rodaje
a la película, como diría la propia actriz a Méndez Leite en “La noche del cine
español” (1984), los censores eclesiásticos españoles serían “más papistas que
el Papa”. En 1955 se habló de retomar la película en coproducción con Italia
con Ingrid Bergman dando vida a la protagonista, ya que al parecer su esposo
Roberto Rossellini se mostraba muy interesado en la historia, aunque finalmente
este interesante avance tampoco vería la luz. Más tarde se dijo que Manuel Mur
Oti dirigiría el filme con Ana Mariscal como Teresa de Ahumada, tanto actriz
como realizador se mostraban encantados en la prensa especializada con el proyecto,
que con otro guion de José Mª Pemán mucho más conservador que el primero había
pasado finalmente la aprobación de los censores, pero por diferentes causas
poco precisas también vería su inicio postergado, volviendo finalmente a manos
de Orduña con la Bautista en su papel soñado, con un guion completamente
diferente al inicial que mezclaba el borrador de José María Pemán con otro de Antonio
Vich y Manuel Mur Oti. A pesar de todo Orduña consiguió mantener parte del espíritu
de la idea original en la primera parte de la película, aunque la vida seglar
de Teresa es prácticamente anecdótica ocupando apenas diez minutos del total de
los 130 de duración final del filme, si quedaron retazos del apasionado y
resuelto carácter de la Santa y su férrea lucha contra la vanidad de la vida en
los conventos de la época, así como el diálogo de éxtasis interno en su
búsqueda del amor a Dios, que constituyen la parte más interesante de la
película. El interés decae en su segunda parte, cuando se detalla la vida
reformista de Teresa de Jesús, creando conventos de Carmelitas descalzas por
toda España y su encontronazo con la Inquisición, que queda como un episodio
bastante desdibujado resuelto por casi por intervención Divina, un recurso
rutinario muy propio del cine religioso español de la época. A pesar de estos
lastres, provocados en gran parte por imposiciones de la censura como ya se ha
comentado, estamos ante una de las últimas realizaciones importantes de Orduña
y su último éxito artístico y comercial como director, a pesar de que su cine
distaba mucho de las inquietudes y la calidad de otras obras que estaban
tomando ya el relevo del “viejo cine español”, lo que no evitó que la película
fuese declarada la película de “Interés Nacional” en un año en que se
estrenaron entre otros títulos tan definitivos como “Plácido” (1961) de Luis
García Berlanga o “Viridiana” (1961) de Luis Buñuel, ambos premiados en
distintos festivales internacionales.
Aurora Bautista se mostraría sin embargo desencantada con el
resultado final, lamentando a lo largo del tiempo no haber podido dar vida al
personaje que se mostraba en el guion original, que le hubiera permitido un
mayor recorrido interpretativo por la personalidad de una figura tan importante
y definitiva en la historia religiosa de nuestro país. Una mujer que
inspirándose en el amor a Dios y su férrea voluntad de servicio espiritual se
enfrentó a toda la sociedad política y eclesiástica de su tiempo, reformando la
primitiva orden del Carmelo, obteniendo la santidad de manos de aquellos que
denostaron su obra en el inicio. No obstante la actriz se muestra mucho más
natural y contenida que en sus anteriores trabajos a las órdenes del realizador
madrileño, consiguiendo una interpretación bastante loable a pesar de su
tendencia a la declamación en algunos momentos. Su interpretación le valdría el
premio a la mejor actriz del año de la revista Triunfo.
Con la absoluta presencia de la actriz vallisoletana a la
cabeza el reparto del filme es impresionante y en él participa la práctica
totalidad del cine español de su tiempo, véase sino la larga de lista de
intérpretes conocidos… Alfredo Mayo como Francisco de Borja, Jesús Tordesillas
como Fray Pedro de Alcántara, Roberto Camardiel como el Recuero, José Moreno
como Gerónimo Gracián, Rafael Durán como el Capellán, Lina Yegros como Doña
Guiomar, Eugenia Zuffoli como la madre priora, José Bodalo como el padre de
Beceda, Manuel Dicenta como el Inquisidor, Félix Dafauce como Francisco de
Salcedo, Jesús Puente como el Corregidor de Ávila, María Luz Galicia como la
Princesa de Eboli, Roberto Rey como el padre de Teresa e incluso en un pequeño
e insignificante papel de pastorcita aparece la posteriormente famosa Gracita
Morales.
Con un coste superior a los siete millones de pesetas, la
película se estrenó el 14 de Mayo de 1962, contando con el beneplácito general
de la crítica y obteniendo una buena carrera comercial. Permanecería más de 70
días en los circuitos de exhibición, siendo superada esa temporada tan solo por
“La Bella Lola” (1962) protagonizada por la estrella del momento, Sara Montiel.
Aunque apenas contase con reconocimientos nacionales, ganaría un premio
especial del Sindicato Nacional del Espectáculo de aquel año por “sus valores
espirituales y morales”, aparte del premio a la mejor película Hispanoamericana
en el festival de Acapulco.
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