martes, 15 de febrero de 2022

Paquita Rico... "Revisión de viejos éxitos" (3ª parte)

 


Durante los años 50 la actividad cinematográfica de Paquita Rico es incesante. La artista enlaza un rodaje con otro convirtiéndose en una de las estrellas favoritas del público, a pesar de que los vehículos que le toca en suerte protagonizar son, en general, de una mediocridad alarmante. Producciones de consumo inmediato con historias sencillas de fácil digestión en las que lo que importa mayormente es que Paquita luzca su belleza y facultades como cantante el mayor tiempo posible.


A mediados de la década la estrella se hace cargo de dos “remakes” de antaño. El primero de ellos, “Malvaloca” (1954), adaptación de la obra teatral de los hermanos Álvarez Quintero, ya había conocido una primera versión muda dirigida por Benito Perojo en 1926 y en 1942 había sido uno de los éxitos de la pareja formada por Amparo Rivelles y Alfredo Mayo, alcanzando una enorme popularidad. En esta ocasión Paquita aparece una vez más escoltada por el galán americano Peter Damon, poco adecuado como el atribulado fundidor gallego Leonardo, además de Miguel Ligero y Antonio Riquelme desempeñando los roles cómicos. Ramón Torrado, el director que mejor la conocía se centró en resaltar la parte folclórica del asunto, cambiando la profesión de la heroína de prostituta a cantante, lo que hacía que se perdiera gran parte del interés dramático de la obra, con el fin de salvar el escollo de la censura y resaltar su popularidad como intérprete de coplas. En la parte interpretativa Paquita no termina de convencer en esta ocasión mostrándose lastimera y llorona, desaprovechando de este modo los matices de un personaje que había bordado la Rivelles en la versión de los años 40. En su defensa cabe comentar que la parte más interesante de la historia, la tormentosa juventud de la protagonista que daba sentido al desarrollo del personaje, desaparecería por completo del guion, generando lagunas difíciles de entender.


El segundo remake sería una nueva versión de los “Suspiros de España” (1938) interpretados por Estrellita Castro en Alemania durante la guerra civil española y que había constituido una de las mayores cotas de popularidad de la artista sevillana. Rebautizada para la ocasión como “Suspiros de Triana” (1955) y con Torrado de nuevo en la dirección, la película rescataba a la antigua estrella del cine republicano “Angelillo”, recién llegado de su exilio argentino, donde le habían llevado sus ideas políticas tras la contienda. A pesar de la diferencia de edad entre ambos, la pareja funcionó bastante bien, luciéndose por separado y a dúo en la interpretación del pasodoble titular en la escena final del filme, compuesto por el maestro Alvarez Alonso. Con todo quedó una cinta entretenida, aunque exenta de la frescura de su predecesora.



“Curra Veleta” (1956) sería su último trabajo a las órdenes de Ramón Torrado.  Una historia absurda desprovista de todo atractivo, donde se pone de manifiesto el agotamiento de una fórmula que no daba mucho más de sí y que terminaría con el esplendor del género folclórico a la vuelta de pocos años, siendo sustituido por los musicales con niños prodigio y los cuplés de Sara Montiel, viejas fórmulas en nuevos envoltorios, en definitiva… (continuará)



No hay comentarios:

Publicar un comentario