sábado, 29 de enero de 2022

"Vendaval" (1949) Juan de Orduña

 


“Vendaval” es, posiblemente por su escasa distribución en los circuitos habituales, el título menos conocido de todos cuantos rodaría Juanita Reina a las órdenes de Juan de Orduña, a pesar de ser una de las producciones más suntuosas de la artista e incluir algunos momentos míticos como aquel en que la estrella sevillana interpreta la inmortal zambra “Y sin embargo… Te quiero”. Orduña hizo pruebas para la protagonista a dos jóvenes promesas de entonces que no le terminarían de convencer, eran ni más ni menos que Paquita Rico y Carmen Sevilla. Posteriormente intentó contar con la presencia de Imperio Argentina para dar vida a Soledad Montero, pero la artista había regresado por entonces a Buenos Aires, siendo finalmente Juanita Reina la elegida. 




La película supone un formidable esfuerzo de producción, ya que la historia se desenvuelve en medio de un espléndido despliegue de decorados de cartón piedra que recrean con todo detalle los palacios y salones del Madrid Isabelino y un lujoso vestuario de época, muy al estilo de los títulos que por entonces eran marca de calidad de la casa Cifesa, distribuidora de la cinta que sería producida por el propio Orduña con un presupuesto que rondaría los 4.000.000 millones de pesetas de la época, una cantidad muy elevada que haría que el realizador cediera los derechos de la cinta a la Columbia Films.


El argumento se centra en los últimos años del convulso reinado de Isabel II y las intrigas en torno a la Corte de la castiza soberana interpretada por la actriz italiana Miriam Day. Si bien el espinoso tema político, difícil de desarrollar en plena dictadura franquista se deriva más hacia el melodrama romántico contando los amores de la tonadillera Soledad Montero, interpretada por Juanita Reina, con un capitán de porte aristocrático personificado por el galán Virgilio Teixeira. Por una serie de hechos absurdos y mal desarrollados Juanita se convierte en dama y confidente de la reina, ayudando a esta a destapar una conspiración en contra de su real persona por un grupo de políticos liberales, liderados por el “malvado” Jesús Tordesillas.





El reparto es de “campanillas”, reuniendo a algunos de los actores más populares del momento encabezados por la tonadillera sevillana, que brilla con luz propia seguida muy de cerca por la citada Miriam Day, cuya participación como Isabel II casi roba el protagonismo a la estrella de la cinta, siendo su interpretación muy reconocida en su momento. El portugués Virgilio Teixeira, que trabajaría también con Juanita en “Lola, la Piconera” (1952), sería, como ya se ha comentado, el galán de la historia. Además de su apostura, Teixeira era un actor que transmitía naturalidad y simpatía, lo que hizo que desarrollase una importante carrera en el cine español durante los años cincuenta con una serie de títulos muy populares firmados como “Agustina de Aragón” (1950), “Alba de América” (1951), “La Leona de Castilla” (1951), “Zalacaín, el aventurero” (1954) o “Cañas y barro” (1954), todos ellos firmados por Orduña.  El siempre eficaz Jesús Tordesillas, un poco sobreactuado al estilo declamatorio y teatral del realizador es el villano de la función, mientras que la presencia y voz de Eduardo Fajardo dan vida al coronel Puig Moltó, amante de la reina y parte fundamental del drama. El reparto se completa con la sensacional Lina Yegros como la Condesa de Medina y un jovencísimo José Bódalo como el revolucionario hermano de la protagonista, por cuyo carácter rebelde y liberal, Soledad guarda inquebrantable fidelidad a la soberana, dado que esta le perdonó la vida en el pasado a pesar de sus atentados contra la corona, ensalzando de este modo el papel maternal y caritativo de la monarquía y dejando completamente de lado los desmanes políticos que dieron al traste con el reinado de Isabel II, hasta la restauración constitucional de su hijo Alfonso XII, con el intervalo del reinado del italiano Amadeo de Saboya y la primera república española. Esta es pues una película en la que los revolucionarios son, como conviene a la dictadura, los representantes del caos y el desorden, mientras que la privilegiada aristocracia es mostrada como comprensiva y cercana al modo y costumbres del pueblo llano, representado en la figura de Soledad, dividida entre el amor a su díscolo hermano y la fidelidad a la figura de la reina por quién es capaz de entregar su propia vida.


Juanita Reina luce espectacular entre miriñaques y mantillas, brindando un cuarteto de coplas que hacen las delicias de su público, destacando sobre todas la ya mencionada “Y sin embargo… Te quiero”, que la artista entona en dos ocasiones junto a otras menos conocidas, pero magistralmente interpretadas. Uno de los temas originales de la banda sonora, la divertida “Lorito real”, se presenta dañada en continuos saltos de imagen en la copia que se ha conservado siendo casi inexistente, una lástima ya que por lo que se puede apreciar en la grabación discográfica Juanita Reina da rienda suelta a una faceta cómica y pícara poco habitual en su repertorio. Esta canción fue filmada en los jardines de La Granja de Segovia, prestados por las autoridades para el rodaje a fin de documentar la grandiosidad de la historia. Como interprete se ve afectada del mismo mal teatral con que el realizador madrileño aborda la dirección de actores, especialmente en las escenas dramáticas, ganando en naturalidad en los pasajes más livianos. Orduña había sido actor teatral en su juventud y teñía la interpretación cinematográfica de ese lenguaje intenso y ampuloso que en la pantalla se veía exagerado, ya que la proximidad de la cámara requiere otro tipo de matices diferentes a los de la actuación escénica. Sin embargo, este estilo “marca Orduña” tuvo un gran predicamento en la época, siendo muy del gusto del público, especialmente en los títulos que el director rodó junto a Aurora Bautista, una actriz que también provenía del teatro clásico. Como ya hiciera en la película que convirtió a la artista sevillana en estrella, “La Lola se va a los puertos” (1947), el realizador rodea a la protagonista de una aureola heroica y pasional, capaz de sacrificar el amor y la vida en favor de sus ideales, si bien en esta ocasión alcanza un final feliz.


La copia que se conserva es un tanto deslucida y no permite disfrutar por completo de la importancia del proyecto. La película se dio por perdida durante mucho tiempo, pensando que todos los negativos habían desaparecido en un incendio o se habían deteriorado por la mala conservación del sensible nitrato. Por fortuna se conserva una copia que fue rescatada de Latinoamérica, donde el filme contó con amplia distribución, haciendo que podamos disfrutar, aunque en baja calidad, de un título que nos acerca un poco más al estilo de la estrella, el director y los gustos dictados por el cine de la época.

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