viernes, 21 de junio de 2019

Carmen Sevilla... "Años 70 musa sexy y actriz" (Final)




Al comenzar la década de los setenta, la dictadura franquista daba ya síntomas de agotamiento y el gobierno intentó llevar a cabo una maniobra de tímido aperturismo que tuvo al cine como uno de sus principales escaparates. Los jóvenes directores venían empujando fuerte con otro modelo de cine muy distinto tanto en temática como en estética. Llegado este punto la continuidad cinematográfica de Carmen Sevilla parecía seguir el mismo destino que la del resto de sus compañeras de generación, que alejadas en su mayoría de la pantalla habían sido desterradas a la televisión y las salas de fiesta donde intentaban dar continuidad a sus carreras adecuando su repertorio y estilo a los nuevos tiempos que se avecinaban. Sin embargo la actriz sorprendió a propios y extraños en lo que fue una decisión arriesgada y valiente, adaptando su físico y su carrera a las necesidades del nuevo cine español.


Surgió así la imagen de una estrella adulta que sumándose a la corriente del destape intervendría en diversas comedias picantes y dramas pseudoeróticos de desigual calidad dirigidos por autores noveles con distintas inquietudes. La revelación llegaría con el filme de suspense "El techo de cristal" dirigido en 1971 por Eloy de la Iglesia, donde se hablaría de una nueva Carmen Sevilla que no solo se mostraba físicamente sino que se revelaba como una competente actriz, mostrando nuevos matices en una historia difícil con una exigencia mayor que la del género amable y desenfadado que había representado hasta el momento. Seguramente atraído en gran parte por la publicidad y el morbo generado, la película obtuvo un enorme éxito, superando el millón de espectadores y obteniendo para su protagonista el premio a la mejor actriz del Círculo de Escritores Cinematográficos e idéntico galardón otorgado por el Sindicato Nacional del Espectáculo, equivalente a los actuales premios Goya de la Academia de Cine. Esta circunstancia daría un enorme impulso a su carrera protagonizando en una línea similar títulos importantes de esa época como "Nadie oyó gritar" (1973) dirigida de nuevo por Eloy de la Iglesia, "No es bueno que el hombre esté solo" (1972) de Pedro Olea, "La Loba y la Paloma" (1974) de Gonzalo Suárez o "La cera virgen" (1972) de José Mª Forqué. Todos estos filmes tuvieron una interesante distribución fuera de nuestro país, lo que hizo que la actriz mantuviera su categoría estelar a lo largo de toda la década. 


Al mismo tiempo que se convertía en musa del nuevo cine español, explotaba una línea sexy en diversas comedias menos interesantes, pero de fácil digestión en un momento en el que el espectador español estaba ávido de pantorrillas, cuyos títulos lo dicen todo "Un adulterio decente" (1969), "El apartamento de la tentación" (1971), "Terapia al desnudo" (1975), "Nosotros los decentes" (1976) y un nutrido número de filmes similares. En aquellos años su matrimonio con Algueró estaba tocando a su fin a consecuencias de las continúas infidelidades del compositor y en palabras de la artista esta fue su forma de sentirse aún atractiva y reafirmar su autoestima como mujer. 


A pesar de su imagen cándida y tradicional, Carmen siempre demostró gran inteligencia a la hora de planificar su carrera y haciendo gala de ello decidió retirarse del cine en pleno éxito antes de que su belleza comenzara a marchitarse y de que su personaje pasara de moda. Así con la película "Rostros" (1978) de Juan Ignacio Galván, protagonizada junto al cantante Juan Pardo y a la nueva estrella erótica Bárbara Rey, dio por terminada su etapa en el cine a los 48 años de edad. Parece ser que en esta decisión influiría de manera importante la relación que la actriz había iniciado con el distribuidor Vicente Patuel, poseedor de una cadena de cines en Madrid, que en el otoño de 1985 se convertiría en su segundo marido, tras conseguir el divorcio de Algueró. 


Durante algunos años se la pudo seguir viendo en diversos espectáculos teatrales junto a figuras como Paquita Rico o Juanita Reina y estrellas incipientes de la canción como Concha Márquez Piquer y María Jiménez. A mediados de los años 80 Carmen desapareció con absoluta discreción para retirarse a vivir en el campo junto a Vicente Patuel. Nos llegaban noticias esporádicas a través de las revistas del corazón de la bucólica vida de Carmencita alejada del mundanal ruido en la finca extremeña de Herrera del Duque, que el empresario había adquirido tras la venta de sus cines.


Cuando todo el mundo daba por terminada su carrera, el gusanillo del arte volvió a tentarla en la persona de Valerio Lazarov, director a principios de los noventa de la cadena privada de televisón Tele5. En 1991 Carmen efectuaba su reaparición ante el público presentando un popular sorteo de lotería. Como antaño, obtuvo una popularidad inmensa a base de su carisma y un torrente de despistes en directo, pero sobre todo blandiendo sus mejores armas, aquellas que la hicieron acreedora del sobrenombre de "Novia de España", su ternura, simpatía, sensibilidad y capacidad de traspasar la batería para hacerse un lugar en el corazón de los espectadores. Su éxito se mantuvo intacto durante dos décadas en diferentes cadenas y programas de televisión, algunos como "Querida Carmen" (1997) pensados especialmente para ella. Ni siquiera el inesperado fallecimiento de Patuel, que la dejó desolada, fue capaz de apartarla de los focos y el cariño del público. Únicamente sería el Alzheimer el que de forma cruel apartase para siempre a la encantadora Carmen Sevilla de los ojos del espectador. En 2010 le sería diagnosticada esta triste enfermedad que venía deteriorando su imagen desde tiempo atrás desdibujando su personalidad en los caminos del recuerdo. La actriz se vio forzada a abandonar su trabajo en el espacio "Cine de Barrio", programa dedicado al cine español que venía presentando desde hacía siete años, siendo ingresada en una clínica donde tratar su estado.


Su última aparición ante las cámaras mostraba a una mujer perdida pero que al ver los objetivos de la prensa aún regalaba su sonrisa y lanzaba una pose flamenca a los periodistas. Sus admiradores queremos pensar que quizás en el túnel perdido de la memoria aún se mantenga la luz de esa estrella que la llevó a brillar alto y con fuerza recordándola quién fue... "Revoltosa", "Violetera Imperial" y sobre todo esa "Carmen de España" que hechizo con su sonrisa y encanto a todo un país y hasta el propi0 Mérimée.



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