martes, 7 de noviembre de 2017

"Lola Flores"... Lola y Manolo (2ª Parte)



Decidida a no desaprovechar el triunfo personal obtenido en el espectáculo "Cabalgata" (1943) cedió a los requerimientos del anticuario Adolfo Arenzana, rendido admirador de sus encantos, que terminaría convirtiéndose en empresario de su primer espectáculo como figura. Lola exigió la contratación de Manolo Caracol, uno de los mejores "cantaores" de todos los tiempos, para darle la réplica en su baile. Tuvieron una entrevista con Caracol y éste aceptó a cambio de 500 pesetas diarias, una fortuna para la época. De este modo nació "Zambra", el espectáculo con el que se forjó la leyenda...




Con "Zambra" (1944) ambos artistas escribieron su nombre con letras de oro en la historia del teatro español y de la Copla, repitiendo la fórmula con idéntico éxito con el mismo título añadiendo el año de producción a medida que se incluían nuevas escenas. En estos espectáculos Lola y Manolo brindan lecciones de arte y talento a partes iguales entre el delirio del público quedando para la inmortalidad números como "La niña de fuego", "La Salvaora" o "La Zarzamora". En ellos una Lola arrebatada de genio bailaba apasionadamente en alrededor de Caracol, mientras este la jaleaba con su cante gitano y único, como si se tratase de una llamada de amor descarnada. La pasión se trasladó al terreno personal entrando a formar parte del anecdotario del siglo XX. Su relación se convirtió en piedra de escándalo en la época, ya que Caracol estaba casado y era padre de cinco hijos.





La enorme popularidad de la pareja hacia inevitable el paso al cine, intentando plasmar el hechizo de ambos artistas en un ensayo experimental dirigido por Carlos Serrano de Osma, uno de los realizadores malditos más interesantes de nuestro cine. En "Embrujo" (1946) se intentó captar la esencia del flamenco desde una óptica más profunda, menos estereotipada, tiñendo la historia de cierto tinte subrrealista que no terminó de entenderse. Resultó un filme híbrido y extraño destinado al fracaso comercial y a la incomprensión general, a pesar del tirón popular de sus protagonistas. Visto hoy día resulta un título interesante, aunque equivocado en la forma de abordar el género, a pesar de algunas de sus bien resueltas secuencias. Su mayor atractivo lo constituye el poder ver en su momento de máximo esplendor la magia de la pareja, poniendo en imágenes algunas de sus más célebres creaciones.




En 1950 efectuaron una breve colaboración en el filme "Jack, el negro" (1950), un título de Julien Duvivier rodado en España con George Sanders como protagonista, y un año más tarde rodarían para Cesáreo González su película más popular, "La niña de la venta" (1951) entretenida historia de contrabandistas con la participación del galán mexicano Rubén Rojo dirigida por el artesano Ramón Torrado y fotografiada en Cinefotocolor, primer sistema cromático de patente española, que daba a la película un atractivo añadido en su momento. En "La niña de la venta" Lola da todo un recital tanto interpretativo, como de cante y baile, que marcaría el tono de su personalidad cinematográfica en el futuro, mezcla de su energía desbordante y gracia andaluza.




Durante años la relación tempestuosa que unía a seres tan temperamentales fue motivo de dimes y diretes. Se habló de noches de vino y rosas, de peleas descomedidas y reconciliaciones apasionadas. Lo cierto es que tras estrenar con gran éxito "La maravilla errante" (1951) y "Cante y pasión" (1951), la pareja se disolvió entre el clamor popular que gritaba "¡No os separéis!", parece ser que de modo tormentoso. No podía ser de otro modo dado el fuerte carácter de ambos. Se habló que la complicada personalidad de Caracol y su carácter posesivo, acabaron con la locura que Lola sentía hacia el hombre y el artista, por lo que la estrella decidió poner fin a la pareja. Para Manolo sería el principio del fin, para Lola el despegue a las más altas cimas del éxito... (continuará)

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