Imperio Argentina y Florián Rey, habían sido la pareja que mayores
éxitos había dado al cine español en los años anteriores a la guerra civil y en
cierta forma, el cómo director, ella como intérprete, habían sentado las bases
de la producción musical sonora en España. Volver a juntarlos se suponía una
apuesta comercial y de prestigio garantizado, pero el proyecto fue acogido con
desgana por casi todos los principales artífices de este, resintiéndose
lamentablemente en el resultado final. El matrimonio se había separado tras la
fallida experiencia de “La canción de Aixa” (1939), la segunda cinta que ambos
rodaron en la Alemania nazi durante la guerra civil española tras uno de los
filmes más logrados del tándem, “Carmen, la de Triana” (1938). Dicha unión
terminó al parecer de un modo bastante tumultuoso y la estrella abandonó el
hogar conyugal con la intención de poner tierra de por medio en su relación.
Sin embargo, a decir de muchos, Florián nunca olvidaría a Imperio y con la
intención de propiciar una reconciliación planteó este filme que resultó
desangelado desde el primer momento. En palabras de su protagonista “no quería
hacer la película y pidió mucho dinero para que la rechazasen”, sin embargo la
productora creyendo jugar una baza comercial segura aceptó sus exigencias y
esta se sumó al rodaje de la cinta. La actriz comentaría que fue la única vez
en su vida en la que trabajó solo por dinero, ya que no le gustaba ni el
personaje, ni el argumento y mucho menos volver a trabajar a las órdenes de su
ex marido, pero la oferta económica y la oportunidad de volver a ver al hijo de
ambos que vivía con Florián fueron decisivos a la hora de decidirse a
protagonizar la película.
Después de “La Cigarra” no correría mejor fortuna el futuro
cinematográfico de Imperio, que se iría agotando poco a poco tras protagonizar
tres mediocres películas en su Argentina natal, dos de ellas a las órdenes de
Benito Perojo, otro de los pioneros de nuestro cine. No volvería a rodar ningún
título en nuestro país hasta 1960, centrando su carrera en los escenarios y las
grabaciones discográficas. No obstante su brillo, ya por entonces legendario,
nunca llegaría a apagarse como corresponde a esta artista única, una de las
mayores estrellas que ha dado la pantalla de habla hispana y de los nombres
fundamentales a la hora de abordar la historia del cine en español.
El principal interés de la película radica precisamente en su
rareza y el interesante estudio que presenta a la hora de abordar la última
colaboración de estrella y director. A pesar del escaso interés de la historia,
la presencia de Imperio salva a la cinta de muchos de sus escollos,
especialmente por su talento actoral y la impecable forma de interpretar con su
voz limpia y delicada los temas incluidos en la banda sonora, entre ellos la
milonga “Los ejes de mi carreta” que se convirtió desde entonces en una de las señas
de identidad de su repertorio, especialmente en Latinoamérica.
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