Esta adaptación de la novela de Alejandro Pérez Lugín “La Virgen del Rocío ya entró en Triana” supuso el debut cinematográfico de Juanita Reina, que a la postre se convertiría en la mayor estrella folklórica de la pantalla durante los años 40 del pasado siglo. La película fue inicialmente planteada como un vehículo para la simpática Estrellita Castro, que era una de las figuras más relevantes de la copla y el cine musical, con una estatura casi mítica ya por entonces. Sin embargo el personaje dicharachero y alegre que la artista sevillana desarrollaba habitualmente en la pantalla comenzaba a dar síntomas de agotamiento, lo que jugó como baza a favor de una chiquilla de apenas 17 años que se había alzado como una de las revelaciones del momento con su debut en el espectáculo “Los Churumbeles”. A raíz de este éxito la artista llamó la atención del director Florián Rey propiciando la entrada en el mundo del cine y su presentación en la pantalla como protagonista de esta película. Lo cierto es que el film no pasó de ser una producción mediocre de escaso presupuesto, en un momento en que la industria cinematográfica española se estaba resarciendo de las profundas heridas provocadas por la guerra civil, y con un argumento archisabido, en el que lo único destacable es el atractivo de su protagonista y su talento a la hora de interpretar maravillosamente cuatro coplas de León y Quiroga. Sin embargo abrió el camino para que la artista desarrollase un interesante carrera cinematográfica, que acompañada de sus espectáculos teatrales, la convirtió en poco tiempo en uno de los puntales indiscutibles del cine y la canción española, sentando muchas de sus bases y formando parte de la leyenda del género en su época de máximo esplendor.
El argumento se centraba en las alegrías y desgracias de Esperanza, una señorita adinerada venida a menos y los conflictos derivados de su relación con dos hombres, uno rico y tarambana y otro honrado y trabajador. Todo ello con el telón de fondo de la Feria de Sevilla y la romería del Rocío, donde la devota protagonista obtenía el amor del hombre pobre y leal que la había amado y defendido en silencio durante años. Acompañando a la joven sevillana el galán portugués Tony D´Algy, una de las estrellas olvidadas de nuestro cine que tendría una nutrida carrera en nuestro país durante los años treinta y cuarenta, Félix Fernández, uno de los secundarios imprescindibles del cine español y la actriz Josefina de la Torre, hermana del realizador.
El canario Claudio de la Torre, pionero del cine sonoro español dirige la película de forma artesanal, sin grandes intenciones creativas, ni técnicas, más allá de algunas interesantes secuencias que se mantienen como documento sobre la romería del Rocío y la Sevilla de posguerra. Aunque no tuvo una carrera muy destacada en el cine fue un hombre de gran talento novelista, poeta y dramaturgo además de director.
Al igual que otras obras de Pérez Lugín, como “Currito de la Cruz” o “La casa de la Troya”, este mismo argumento sería llevado a la pantalla en otras dos ocasiones. La primera “Sucedió en Sevilla” (1955) dirigida por José Gutiérrez Maesso fue producida y protagonizada nuevamente por una Juanita Reina ya en su madurez, bastante más interesante como actriz y cantante que en su predecesora. Y la segunda en color dirigida en 1966 por Rafael Gil con el título de “Camino del Rocío”, con Carmen Sevilla en el papel de la “señíta Esperanza” y Paco Rabal y Arturo Fernández como los galanes que se disputan el amor la protagonista. Esta última versión rodada completamente fuera de tiempo, en pleno apogeo de la música pop, evidenció el agotamiento del género y las viejas fórmulas que habían causado furor dos décadas antes, aunque la belleza y gracia de su protagonista y la sabiduría de su director hacen que el espectáculo aún funcione con cierto encanto trasnochado no exento de eficacia.
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