lunes, 25 de diciembre de 2017

Lola Flores... Triunfo en España y América" (3ª parte)



Tras su separación de Caracol en 1952, firma un famoso contrato con el productor cinematográfico Cesáreo González por la astronómica cifra de dos millones de pesetas de la época, que incluía el rodaje de varias películas y presentaciones personales en la América hispanoparlante. El primer título de su compromiso con el productor gallego sería una entretenida cinta de bandidos, "Estrella de Sierra Morena" (1952), llena de falsos tópicos y el irresistible flamenquismo barroco sobre el que se comenzaría a cimentarse su leyenda. Ella era la hija del corregidor criada desde pequeña por una partida de bandoleros generosos, que al crecer sin ser consciente de su condición se enamora de un capitán de Migueletes con el rostro y la figura de Rubén Rojo, galán con el que la artista viviría un corto romance fuera de la pantalla. Además del arte de Lola, una vez más se usaba el reclamo del Cinefotocolor para aumentar el atractivo de la historia. Dirigió el inevitable Ramón Torrado, realizador de la mayor parte de la producción folklórica de los años cincuenta. Tras el rodaje Lola parte rumbo a México a cumplir con la siguiente parte de su contrato.



Debutó el 12 de mayo de 1952 en la Sala Capri del D.F obteniendo un éxito estruendoso ante un público selecto que, parece ser, quedó hipnotizado por la fuerza de su cante y baile absolutamente intuitivos. Tras su formidable debut mexicano, Lola recorrería con igual fortuna los mejores locales de Buenos Aires, Río de Janeiro, Bogotá, Caracas, Montevideo, La Habana, Puerto Rico y Nueva York, cosechando sonados triunfos a la par que sentaba cátedra racial, convirtiéndose de este modo en la embajadora de todos los tópicos atribuibles a la madre patria. De regreso a México aprovecharía su estancia para rodar un par de títulos. El primero de ellos sería "Reportaje" (1953), una cinta multiestelar dirigida por Emilio Fdez "El Indio", donde se interpretaba a sí misma en medio de un impresionante reparto en el que aparecían de forma episódica las mayores estrellas del cine hispano americano. El segundo sería un vehículo pensado exclusivamente para su lucimiento dirigido por Miguel Morayta que se convertiría en uno de sus mayores éxitos en la pantalla, "Pena, penita, pena" (1953). Escoltada por los populares "Charros" Antonio Badú y Luis Aguilar, Lola se lucía en medio de una historia que le permitía lucir al máximo sus facultades artísticas, arrebatando al público con una soberbia creación de la Zambra que da título a la película, rodada en una sucesión de primeros planos en los que la artista trasmite un realismo escalofriante. Esta fue la primera coproducción con México realizada por el avispado Cesáreo González, que daría inicio a lo que pudiéramos definir como "cine de castañuela y espuelas" aludiendo a la mezcla del folklore de ambos países y la única que tendría un éxito importante siendo estrenada con todos los honores, ya que la mayoría de títulos de este subgénero rodados posteriormente serían estrenados en locales de segunda categoría, generalmente como complemento de programa. De hecho el resto de vehículos mexicanos de la jerezana pasarían de la medianía a la mediocridad más absoluta y previsible.



Sin embargo ella obtuve otro triunfo personal a su regreso a España en honor de multitudes con su primer espectáculo en solitario tras su ruptura con Caracol, "Copla y Bandera" (1953), donde comenzaría a forjarse su leyenda. En 1954 se metió en el difícil "embolao" de sustituir a Imperio Argentina en una nueva versión de "Morena Clara" dirigida por Luis Lucia, que realizó un filme entretenido aunque lejos del encanto y calidad de su antecesor. Acompañada por Fernando Fernán Gómez en el papel del fiscal y Miguel Ligero repitiendo el personaje de "Regalito", esta versión en color y con notables alteraciones sobre el original queda como un vehículo para fans de Lola, en el que la artista se esfuerza por emular a la gran Imperio a base de chascarrillos, salero gitano y chistes de fácil digestión, a años luz de la matizada e inolvidable interpretación de su antecesora. Aún así sin duda lo más destacable de la cinta sigue siendo la participación de su protagonista y su magnetismo dando vida a las canciones.



En su siguiente título "La hermana alegría" (1954), llevaba a cabo otra de las transformaciones preferidas del cine folklórico español. de flamenca amable a monja salerosa, que lo mismo retira del "mal camino" a chicas descarriadas que se arranca por bulerías, demostrando que el cante y el baile no están reñidos con los hábitos por muy elevados que estos sean. A falta de otros alicientes Lola nos deleitaba en una escena onírica con una de sus creaciones más famosas "La Zarzamora", interpretada de forma insuperable como emblema de su arte personalísimo. Llegado este punto se empeño en demostrar que ante todo podía ser una buena actriz al estilo popular de Anna Magnani, declarando que se sentía desaprovechada por un tipo de cine que no aprovechaba su talento dramático, eligiendo para demostrarlo "La danza de los deseos" (1954) un film  que como mucho la mostró histérica y sobre actuada. Realizada por un Florián Rey ya decadente y falto de inspiración, pretendió ser un título de calidad que resultaría mediocre y poco creíble, uno de los peores de su director, a pesar de que la publicidad pagada de Suevia Films se jactaba de anunciar pomposamente "Una nueva Lola Flores en una película que causará sensación", "La consagración de Lola Flores como primerísima actriz dramática", "Distinta a todas sus creaciones anteriores, Lola Flores le entusiasmará en La Danza de los deseos". Nada de esto por desgracia se noto en la película, ni en la taquilla. Intentando darle un aire de "maggiorate" de neorrealismo italian0, se la llevaron a un islote solitario criada por un ciego y mostraron su esplendida naturaleza hasta donde la censura de entonces permitía. La niña ya crecidita conocía al galán José Suárez del cual se enamoraba y de su mano huía a Marsella, cayendo a raíz de una seria de infantiles circunstancia en el mundo del hampa y la prostitución, todo ello narrado a través de unos diálogos que rayaban el ridículo. Con tan "altas premisas" la artista esperaba obtener el premio a la mejor actriz del Festival de San Sebastián de aquel año y apenas pudo disimular su enfado cuando este recayó en Marisa Paredes por su intervención en el filme "La patrulla" (1954) de Pedro Lazaga. 





Lo cierto es que el potencial dramático al que Lola aludiría a lo largo de toda su carrera, no tuvo el tratamiento adecuado hasta muchos años más tarde. Los productores preferían jugar la baza segura de su fuerza racial para el cante y baile, obviando lo que la artista podía dar de sí en otro cine y otra industria más ambiciosas, menos estereotipadas... (continuará)

lunes, 4 de diciembre de 2017

Carmen Sevilla... La novia de España (1ª parte)



Poseedora de una belleza soberana y una simpatía arrebatadora, la dama de las ovejitas fue en su juventud "la novia de España", la sonrisa más sana y feliz exportada allende nuestras fronteras. De la mano de Luis Mariano se convirtió en una estrella cinematográfica de primera magnitud, gracias sobre todo a esas "Violetas Imperiales" con las que conquistó al público dentro y fuera de nuestro país, pero antes del feliz encuentro con "el príncipe de la Opereta" la simpática Carmencita llevaba rodadas seis películas en las que ya había dejado patente su fotogenia y su talento para el cante y el baile, que la convertirían en una de las favoritas de la década de los cincuenta, formando junto a sus amigas y comadres Lola Flores y Paquita Rico lo que dio en llamarse "el triunvirato del cine folklórico" o en palabras del siempre ocurrente Terenci Moix "El filón del Osú".


Cuando ya asentada su carrera se le dio la oportunidad de abordar proyectos de mayor calado descubrimos con admiración que además podía ser una buena actriz, sin duda alguna la más versátil y cinematográfica de cuantas estrellas de la canción andaluza surgieron al amparo del esplendor del género en la pantalla, con el permiso de Paquita Rico, aunque Carmen tendría a la larga una carrera más interesante y duradera que esta otra. De todas ellas Carmen fue la que desempeñó un papel más moderno, seguramente porque su físico y su voz se alejaban un tanto de la imagen racial al uso. Vino a representar un papel parecido al de las vecinitas de enfrente del cine americano. Aunque hubo concesiones al folklore tradicional siempre estuvo más cercana a la novia confidente, la compañerita ideal, la amiga cercana, que al carácter pasional de Paquita o el temperamento arrebatador de Lola. Como ella misma proclamaba en su canción bandera siempre fue aquella "Carmen de España, cristiana y decente", nunca sorprendería con hijos a destiempo, amores encontrados, ni pasiones contradictorias. Carmencita fue durante años la mayor representante de las virtudes de "la raza" y como tal se la mimó tanto artística como socialmente. Su carrera e imagen fueron sabiamente cuidadas dosificando las dosis de ternura, sofisticación y controlada sensualidad a partes iguales. Porque no podemos olvidar que Carmen era, como se decía entonces, una real hembra que siempre jugó al erotismo inocente aunque repleto de picardía, capaz de protagonizar el despertar sexual de toda una generación.




Carmen García Galisteo nació el 16 de Octubre de 1930 en Sevilla. Hija del letrista de canciones andaluzas José García Padilla, más conocido como "Kola", fue tentada por el gusanillo del arte desde edad muy temprana. Con tan solo trece años debutó en la compañía de Estrellita Castro, amiga de su padre, en el espectáculo "Rapsodia Española". Posteriormente formó parte de las compañías de El Príncipe Gitano, Paco Reyes y el Marqués de Montemar, en la cual se encontraban también dos jóvenes talentos destinados a convertirse en primerísimas figuras cada una en su estilo, Paquita Rico y la bailarina Ana Esmeralda. La carrera artística de Carmen y Paquita está trazada con cierto paralelismo, ya que las dos interpretaron papeles que en algún momento alguna de ellas rechazó y las dos fueron probadas para el personaje protagonista de "Serenata Española", (1946) de Juan de Orduña, que terminaría interpretando Juanita Reina. En cualquier caso Carmen logró hacerse con un pequeño papel en aquella película, una biografía de Isaac Albéniz, que se convertiría en su desconocido debut en la gran pantalla. Un año antes en 1945 había participado con un papel sin frase en el documental de Domingo Viladomat "Hombres ibéricos" donde se hacía patente su excepcional fotogenia, en cualquier caso su primera intervención destacable la realizaría coprotagonizando junto al astro latino Jorque Negrete la película "Jalisco canta en Sevilla" (1947), considerándose este el verdadero arranque de su carrera cinematográfica. Recibiendo su primer beso del Charro por excelencia, Carmencita entra en el mundo del cine por la puerta grande y con una proyección importante para una debutante, dado que la cinta era la primera coproducción con México realizada en nuestro país.




Su siguiente filme también tendría carácter de coproducción, en este caso con Argentina, aunque "La guitarra de Gardel" (1948) fue una rutinaria historia planteada para el lucimiento del cantante de tangos Agustín Irusta, donde se limitó a poner encanto en su baile y decorar con su presencia las hazañas del protagonista. Secuestrada en adelante por el cine se convirtió en la prometida "del hijo" de Conchita Piquer, en uno de las escasas incursiones en el cine de la reina de la copla en "Filigrana" (1949) dirigida por el veterano Luis Marquina con su habitual sabiduría. Hasta ese momento Carmen se había limitado a ser el contrapunto de grandes figuras de la canción en filmes montados para el lucimiento de dichas estrellas, pero en su siguiente película "La Revoltosa" (1949) recibiría su primer protagonista absoluto. Poco importó que su voz fuese doblada en los diálogos, su frescura interpretativa y su belleza se hicieron limpiamente con el papel de la célebre Mari Pepa, lo mismo que sucedería con el simpático casticismo del excelente Felipe interpretado por un jovencísimo Tony Leblanc en una de sus primeras intervenciones importantes. Tras el éxito de este filme se pondría a las órdenes del mítico Florián Rey en "Cuentos de la Alhambra" (1950) basado en la novela de Washington Irving y tendría su primer encuentro con una de sus parejas ideales, al que permanecerá eternamente asociada en la memoria sentimental de varias generaciones, el inolvidable Luis Mariano... (continuará)

domingo, 3 de diciembre de 2017

Coplas inmortales... "Pena, penita, pena" (Quintero, León y Quiroga)



Escrita para Luisa Ortega, hija del inolvidable Manolo Caracol, fue estrenada por esta en el espectáculo "Copla nueva" en 1951, donde aparecía junto a su padre en un intento de remendar la mítica pareja que el cantaor había formado junto a Lola Flores, cuya reciente separación había sembrado de incertidumbre su continuidad en los escenarios. Sería precisamente la temperamental Lola quién popularizase esta copla en una estremecedora versión incluida en la película del mismo título que "la Faraona" rodaría en México como parte de su contrato con Cesáreo González en tierras americanas. La interpretación de Lola es arrebatadora, no solo consiguió hacer suyo cada compás sino que en adelante esta sería una de las piezas angulares de su repertorio, aún hoy asociada a su memoria, relegando a un segundo plano a su creadora original.




Lo cierto es que Luisa Ortega no tuvo la suerte que su voz y personalidad merecían. Fue una magnífica cantante, pura y racial, a la que le cayó en suerte la difícil papeleta de reemplazar la fuerza de Lola en los escenarios, ya que para el público el recuerdo de la gaditana iba inevitablemente asociado al de su padre, comparanza en la que cualquier artista saldría mal parado. No sería esta la única creación de Luisa que Lola hiciera célebre por todo el mundo, igual caso se daría con otra zambra famosa "Limosna de amores", estrenada también por ella y popularizada a través del cine y la canción por Lola con formidables resultados.






La historia de la canción española está llena de casos similares, los autores eran los dueños y señores de sus obras y aunque las escribiesen pensando en una artista o espectáculo concretos, las cedían a otras estrellas del género con el afán de rentabilizarlas o como en el caso que nos ocupa popularizarlas por todo el mundo, ya que la proyección de las figuras del cine no tenía parangón con las del teatro en ese momento.




Esta inmortal zambra dramática y excesiva hasta la locura ha sido fuente de inspiración para muchos otros, aunque ninguno ha conseguido superar la vibrante interpretación de Lola Flores, pieza clave de todo el repertorio, lo que hizo que durante muchos años ningún artista se atreviese con ella. Sin embargo ha tenido singulares versiones en boca de Carlos Cano, Joan Manuel Serrat, Malú, Isabel Pantoja, Lolita, Falete, la actriz Gala Évora en la biografía que interpretó para la pantalla sobre la vida de Lola y Clara Montes entre otros... Incluso el trío latino Los Panchos se hizo eco de esta bellísima copla en una versión dulce y aterciopelada como su música.