viernes, 8 de septiembre de 2023

"Un caballero andaluz" (1954) Luis Lucia

 


Esta película es seguramente en su esquema y planteamiento argumental uno de los filmes más declaradamente folclóricos en la carrera de Carmen Sevilla, ya que la mayoría de sus otras intervenciones en el género derivaban más hacia la comedia amable o el romanticismo de opereta, como los protagonizados junto al gran tenor Luis Mariano. En el filme se dan cita todos los tópicos del género planteados a la manera más tradicional, la gitanilla pobre pero alegre, el señorito andaluz remilgado que se humaniza por amor a la muchacha, el mundo de los toros, la iglesia como intercesora en el amor de los protagonistas y por supuesto la copla y el baile adornando la historia.

Producida por Benito Perojo para Cifesa, sobre un guion del propio director Luis Lucia, José Luis Colina y Jesús Mª Arozamena, la película cuenta la historia de una gitanilla ciega que responde al pintoresco nombre de Colorín (Carmen Sevilla). La muchacha vive con sus nueve hermanillos en la miseria de las cuevas del Remedio, siendo amparados en su pobreza por José Luis (Jaime Blanch) hijo único de Don Juan Manuel (Jorge Mistral), un rico ganadero de la zona. José Luis acerca las simpatías de su padre hacia esta “troupe” de gitanillos, pero la muerte del niño en astas de un toro en presencia de Don Juan Manuel hace que este amargue su carácter renegando del mundo, hasta que la bondad y ejemplo de Colorín le conducen a crear una obra de caridad en recuerdo de su hijo en la que acoge a todos los gitanillos pobres de la zona. Don Juan Manuel se va enamorando de Colorín casi sin darse cuenta, mientras que su afición a la tauromaquia hace que se meta a rejoneador para costear los gastos generados por su obra social. Colorín huye de su lado por miedo a que por su culpa el ganadero pueda sufrir algún tipo de herida en los ruedos, pero éste va a su encuentro declarándole su amor y costeando la operación que le devolverá la vista, cerrando la historia en un previsible final feliz.



Como puede verse el guion contaba con todos los tópicos del folletín, unidos a los del andalucismo falso y amable, que sin embargo funcionan gracias a la inteligencia de Lucia a la hora de plasmar el asunto. Si bien el hecho de que la película derive más hacia los terrenos del melodrama que de la comedia, hace que este haya envejecido peor que otros títulos similares firmados por el realizador. Por otro lado el excesivo protagonismo de la iglesia a través del personaje del sacerdote piadoso y comprensivo interpretado por Manuel Luna, denota el condicionamiento asociado al espíritu religioso impuesto por el contexto social y político del momento, si bien el actor realiza una magnífica composición, muy cercana en esencia a otros sacerdotes de similares características a los que había interpretado en otros filmes de Lucia coetáneos a este como “De mujer a mujer” (1950), “La hermana San Sulpicio” (1952) o “La hermana Alegría” (1954), convirtiéndose casi en una de sus especialidades en aquel tiempo.



Sin duda alguna el filme está concebido como vehículo de lucimiento para una Carmen Sevilla plena de belleza y encanto, si bien su composición de la gitanilla ciega es bastante plana y su interpretación no pasa de discreta, aunque nada de esto importa demasiado en el resultado final de un título que tampoco tiene mayores pretensiones que las de entretener con una historia sencilla, adornada de cante y baile. Junto a la artista sevillana nos encontramos al galán por antonomasia de estos años, Jorge Mistral. Una pareja que ya había demostrado su formidable química en la mucho más divertida “La hermana San Sulpicio” (1952) y que sin duda fue una de las razones para volver a juntarles en esta historia. El encanto y apostura de ambos domina la práctica totalidad del metraje y es sin duda una de las cosas que hacen más creíble la película. La pareja repetiría una vez más en “La Venganza” (1957), un filme de Juan Antonio Bardem de inquietudes políticas con el mensaje de la reconciliación nacional entre líneas y primera película española en ser nominada a los Oscars de Hollywood.



Un adolescente Jaime Blanch de catorce años, se haría cargo del breve pero definitivo papel de José Luis, el hijo del protagonista desencadenante del drama y cuyo espíritu permanece presente en el resto del relato. Blanch fue uno de los primeros niños prodigio del cine español antes de la irrupción de Pablito Calvo, Joselito o Marisol. Había debutado a las órdenes de Lucia en “Gloria Mairena” (1952) y sería este quién le consagraría como protagonista de “Jeromín” (1953), biopic sobre la infancia de Don Juan de Austria, hijo ilegítimo de Carlos I. Además del ya mencionado Manuel Luna, un formidable plantel de secundarios completa el reparto, con Julia Caba Alba, Casimiro Hurtado y José Isbert a la cabeza, elevando el tono interpretativo del filme con unas composiciones inolvidables. En un pequeño y casi desapercibido personaje aparece también José Luis López Vázquez en una de sus primeras intervenciones cinematográficas, mientras que el célebre locutor Bobby Deglané se interpreta como siempre así mismo.



Cecilio Paniagua, es el encargado de retratar la historia en un vistoso Gevacolor, mientras Juan Quintero se hace cargo de la banda sonora del filme. Cuatro son los temas que interpretados por Carmen Sevilla acompañan el argumento, destacando tanto por su fama como por la agilidad de su montaje la canción “Doce Cascabeles” compuesta por Freire, Cabello y Solano y que se haría muy popular años después en la voz de Joselito. Mención aparte merecen también las bulerías “En una calle cualquiera”, número de presentación del personaje de Colorín y el pasodoble “¡Olé ya compañero!” que acompaña el rejoneo realizado por el doble de Jorge Mistral para este menester y aparece como leitmotiv en otros momentos taurinos de la película. Además la película cuenta con un ballet onírico, interpretado igualmente por su protagonista, de raras referencias dalinianas en su escenografía.


El filme tuvo un importante éxito, permaneciendo 56 días en su local de estreno, además de la carrera comercial en los circuitos de doble programación. Obteniendo además el sexto puesto en los premios del Sindicato Nacional del Espectáculo de 1954.