domingo, 12 de junio de 2022

Sara Montiel… Últimos éxitos y retiro (5ª parte)

 

Mediados los años sesenta se dijo que volvería a colaborar con Juan de Orduña, el director que la encumbró, protagonizando nueva versión de “La Lola se va a los puertos”, idea que el realizador también había propuesto a Juanita Reina, protagonista de la primera versión realizada en 1947, pero este interesante proyecto nunca llegaría a realizarse. Habrían de pasar 30 años para que la obra fuese llevada de nuevo a la pantalla con Rocío Jurado dando vida a la heroína ideada por los Hermanos Machado.


El 1 de mayo de 1964 contrajo segundas nupcias con Vicente Ramírez García Olalla en Roma, matrimonio que duró el tiempo que tardaron de salir de la iglesia, según cuenta la propia artista en sus memorias. Se separaron a un mes de la boda, aunque no obtendría el divorcio hasta pasadas casi dos décadas. Finalizada su breve relación con Olalla, la actriz comienza un tortuoso y apasionado idilio con Giancarlo Del Duca, con quién había coincidido en “La dama de Beirut” y que sería también su galán en “La mujer perdida” (1966) de Tulio Demicheli. El filme supuso una vuelta a los salones decimonónicos que tan buen resultado le habían dado en el pasado, sin embargo este turbulento melodrama en el que como ya era habitual no faltaba de nada, prostitución, violaciones, amores a dos bandas, triunfos por el mundo, canciones, etc, no tuvo todo el éxito esperado, demostrando que la fórmula empezaba a dar síntomas de agotamiento. Su siguiente película no mejoró las cosas en absoluto,  ya que “Tuset Street” (1967) fue un bodrio comenzado por el novel Jorge Grau, que por desavenencias con la estrella durante el rodaje, sería sustituido por el eficaz Luis Marquina. Produjo ella misma y el resultado fue el peor título de su filmografía, una película de pretendida modernidad que se quedó en tierra de nadie y, lo que es peor, aburrida en su planteamiento e historia.

Intentado resucitar el mito se acudió a diversos directores de probado prestigio. Así en 1969 Mario Camús la dirigiría en el drama “Esa mujer”, con guion de Antonio Gala, que rizó el rizo, presentando a la estrella como monja violada y preñada por unos guerrilleros, para acabar como amante del marido de su propia hija. A pesar de tanto desmadre este título se convirtió en una de sus películas mejor acabadas y en la que por primera vez su trabajo como actriz fue objeto de mención por parte de la crítica. Seguidamente se puso a las órdenes de Juan Antonio Barden en “Varietes” (1971), un musical sobre el mundo del teatro, “remake” de la excelente “Cómicos” escrita y dirigida por el propio Bardem en 1953. Aunque esta versión quedó muy por debajo del original, conservó cierto empaque y obtuvo buena acogida, restituyendo a la artista parte de su antiguo éxito. No ocurrió lo mismo con su última aparición en las pantallas en “Cinco almohadas para una noche” (1975), comedia de enredos y tinte erótico típica de aquellos años y absoluto fracaso artístico y comercial. Da idea de ello que ni siquiera se editasen en disco los siete temas que la estrella interpreta en la película, entre los que se encontraba una personalísima versión del clásico “María de la O”.


Tras este filme Sara efectuó una retirada del mundo del cine en el que había brillado durante dos décadas, que acabaría por convertirse en definitiva, aunque durante mucho tiempo se especuló con su regreso a las pantallas con diversos proyectos que nunca llegaron a ver la luz. El productor Emiliano Piedra le propuso realizar “La Regenta” dirigida por Luis Buñuel. Hubo una primera entrevista con Buñuel, pero el genio de Calanda no quiso implicarse en el proyecto y la película acabó siendo interpretada por la esposa del productor Emma Penella, a las órdenes de Gonzalo Suárez. Más tarde se habló de una película sobre la vida de Isabel II, dirigida por Miguel Picazo, que hubiese constituido a todas luces un retorno explosivo. Pero la negativa por parte de los organismos oficiales de permitir el rodaje en los Reales Sitios dio finalmente al traste con un proyecto cuyo presupuesto se hacía insostenible en estudio. También se dijo que rodaría en Rusia una película sobre “Catalina la grande”, que tampoco llegó a concretarse. En la década de los años noventa del pasado siglo su paisano, el manchego Pedro Almodóvar, estuvo muy cerca de sacarla de su retiro cinematográfico con otro proyecto en el que la estrella finalmente declinó su participación. En varias entrevistas la artista indicaba, de una manera muy inteligente, que el tipo de cine que ella representaba y en el que lo fue todo ya no existía y por tanto prefería permanecer en la memoria de aquel tiempo de rosas para ella.

Paralelamente a su retirada del mundo del cine, nació la Sara de la escena. Comenzó a prodigar sus apariciones en espectáculos teatrales con gran éxito, ya que si como estrella cinematográfica había perdido interés, como mito conservaba todo su glamur y poder de convocatoria. Efectuó su primera presentación con el espectáculo “Sara Montiel en persona”, al que seguirían “Saritísima”, “Increíble Sara”, “Sara súper-show”, “Doña Sara de la Mancha” y “Taxi, vamos al Victoria” entre otros. A su intensa actividad teatral de aquellos años está fuertemente unido el nombre del empresario mallorquín Pepe Tous, con quien contrajo matrimonio por tercera vez en 1979, viviendo una felicísima relación hasta la muerte de éste acaecida en 1992. Junto a Pepe Tous, Sara vio realizado el sueño de ser madre, con la adopción de sus dos hijos Thais y Zeus.

Con su retiro de las pantallas comenzaron a llegar los primeros reconocimientos y homenajes de la profesión. Entre los más relevantes estarían el Golden Eagle, el más importante galardón de la comunidad hispana de Hollywood, que recibió de manos de Burt Lancaster en 1994. En 1999 la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de España le premiaría con el Goya de Honor a toda su carrera. En 2010 fue galardonada con la Medalla de Oro del Mérito en el Trabajo y la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. A pesar del tiempo transcurrido desde el nacimiento del mito, el carisma y la personalidad de la artista sigue atrayendo a las nuevas generaciones. Prueba de ello fue la realización en 2001 del documental “Sara, una estrella” dirigido por José Briz, en el que se narra la vida y carrera de esta excepcional mujer, a través del testimonio de aquellos que la conocieron y admiraron y la participación de la homenajeada dando forma propia a su leyenda.

Todavía en el otoño del año 2002 sorprendió a la opinión pública casándose por cuarta vez con un operador de cine cubano, Tony Hernández, treinta y cinco años más joven que ella, para volverse a divorciar pasado apenas un año de la ceremonia. Su boda a los 74 años llenó de nuevo las portadas de la prensa rosa, satisfaciendo la vanidad de la estrella, que continuó llenando programas y revistas del corazón, ofreciendo a menudo la triste imagen de una diva que se niega a perder su brillo y emplea para ello el modo más efectista y menos recomendable, mostrando sin pudor los aspectos más morbosos y oscuros de su vida privada.

Falleció el 08 de Abril de 2013 a los 85 años, dejando la primavera madrileña en la que ella había pregonado sus violetas huérfana de su musa. Cientos de personas le brindaban un silencioso homenaje en la plaza de Callao, mientras en una pantalla gigante se proyectaban “El último cuplé” y “La Violetera” al paso del cortejo fúnebre. Se comenta que el Festival de Berlín estaba preparando ese mismo año un homenaje a su figura que no se llegaría a realizar a causa de su inesperada desaparición. A los aficionados al cine y a sus admiradores, que son legión, siempre nos quedara aquella mujer bellísima, opulenta y magnética que irrumpió en las pantallas como un huracán, aportando con sus escotes y canciones el erotismo y la sensualidad en un tiempo en que el nuestro era el cine más pacato de toda Europa. Siempre existirá el debate sobre si fue actriz o cantante… Poco importa, porque con su sola presencia lograba llenar la pantalla como solo unos pocos, los elegidos, pueden hacerlo. Fue repartiendo polvo de estrellas a lo largo y ancho de su carrera, consciente de su potencial se dedicó a alimentar su mito hasta el final a la manera de las estrellas clásicas, olimpo al que ella pertenece por derecho. Excesiva, voluptuosa, amada y criticada a la vez, siempre única... Sara Montiel.